viernes, 23 de noviembre de 2012

Reseña de "Afterpop"

Todos somos afterpop


El ensayo de Eloy Fernández Porta Afterpop: la literatura de la implosión mediática (Anagrama, 2010 – anteriormente Berenice había sacado la primera edición en 2007) nos propone una interesante reflexión sobre las artes en la sociedad actual, centrándose sobre todo en la literatura, pero haciendo referencia a todas ellas y a cómo los medios de comunicación de masas han influido en su panorama. En el primer capítulo, Porta nos plantea la diferencia entre tres tipos de literatura: la clásica (denominada en terminología de Umberto Eco high-brow o high-cult), la pop y la afterpop. En realidad, se podría incluso hablar de tres actitudes ante la vida y ante los productos culturales. Copiando el inicio del libro, les propongo, queridos lectores, un jueguecito. Les expondré tres frases auténticas correspondientes a casos rigurosamente reales escuchados o vividos por este crítico y ustedes tendrán que adivinar si se trata de actitudes clásicas, pop o afterpop:

1. “Los Enemigos me gustaban pero ya están muy vistos”.

2.  “No me gustan The Cure pero vengo a verlos en directo porque hay que reconocer que son un grupo bueno que llevan un montón de tiempo tocando y que merecen un respeto”.

3. “No escucho música porque ya estoy de vuelta de todo en lo que a música pop se refiere y ni la clásica ni la folk ni la étnica ni la new age me llenan”.

Les dejo unos minutitos para pensar…

¡Pues sí! Han acertado ustedes. La actitud pop es la 2, mientras que la 1 y la 3 son afterpop. Según Porta, y tiene razón, hoy en día todos somos afterpop, excepto las niñas de 15 años que llevan camisetas de Shakira sin la mínima ironía, y los heavies (si no sabes lo que es mainstream, es que eres mainstream). La frase número 1 la pronunció una amiga que espero que no lea esto y que demuestra que lo más afterpop que puede haber es decir que algo alternativo está pasado de moda. La frase número 2 la dijo un individuo con estética heavy, pues ésta, como bien explica Porta, es la única tribu urbana que sigue fiel a los principios pop, con su culto sin ironía al guitar hero, sus pósters y sus posturitas. La frase número 3 es… sí, lo han adivinado ustedes: mi punto de vista.


Dejando a un lado el jueguecito, he de decir que el ensayo es muy agudo y razonado, aparte de que el autor logra escribir un estudio sobre el afterpop con jerga afterpop, creando una unidad entre lo criticado y la crítica en sí (algo similar, salvando las distancias, a lo que hace Màrius Serra con su Verbalia).

En la parte negativa, Porta cae en lo mismo que mi admirado-odiado Jordi Costa (algún día escribiré definitivamente el guión para un cómic titulado Mis problemas con Jordi Costa), ambos viven de estar a la última (o antes de la última) de lo que se cuece en la cultura anglosajona y se dedican a trasmitirlo, convenientemente masticadito a nosotros, oh, pobres mortales.

Eloy Fernández Porta

El libro parte de la tesis de que lo pop está tan arraigado en nuestra cultura que lo que caracteriza a la sociedad actual no es su adherencia o rechazo a determinados productos pop, sino su aceptación como algo que forma parte de nuestras vidas pero que no adoramos como antaño, sino que nos reímos de ello, lo vemos con cierta ironía. Para Porta, el ejemplo más claro lo constituyen las camisetas con lemas claramente irónicos, tan de moda en estos días. El autor entiende por pop todo aquel producto fabricado en masa. De ahí la decepción de un niño que descubre que su tío se ha fabricado él mismo su propio aparato televisor. ¡Si la tele es lo más pop que hay! Siguiendo el razonamiento de Porta, músicos como Bo Diddley o Screamin’ Jay Hawkins, que son previos al movimiento Black Power y que se veían a sí mismos como entertainers (que lo mismo contaban un chiste que hacían un rapeo o un zapateado), más que como estrellas de rock, estarían a caballo entre la sociedad pre-tecnológica y la pop (también caracterizada por los instrumentos amplificados y, yendo un paso más allá, el uso de la electricidad). Esto lo demostraría el hecho de que Bo Diddley se fabricara sus guitarras artesanalmente. ¡Qué poco pop!

Precisamente en esto incide Porta cuado dice que hoy día las estrellas se renuevan copiando a otra estrella o bien cambiando de look. Realmente el autor ha dado en el clavo, pues se trata de un fenómeno que se da por primera vez y del que Daniel Clowes se burla en una viñeta de su Bola 8 en la que una chica le dice a otra: “¡Cómo mola tu look cincuentero!”, a lo que la otra responde: “No voy de los 50, voy del revival de los 50 en los 80, como los Stray Cats o los actores de Grease”. Realmente, vivimos en un mundo complejo.

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