lunes, 12 de noviembre de 2012

Entrevista con Miqui Otero

La semana que viene saldrá al mercado La Máquina del tiempo (Blackie Books), segundo libro del prometedor escritor barcelonés Miqui Otero. Mientras esperamos con impaciencia que llegue a las estanterías de las librerías para leerlo y escribir una reseña (prometo hacerlo con presteza), publicamos esta entrevista en la que nos habla de su vida, carrera, proyectos, colaboraciones y, muy especialmente, de su magnífica primera novela, Hilo musical (Alpha Decay, 2010).


"La comedia siempre es la avanzadilla de cualquier cultura o momento histórico"


Sé que llevabas mucho tiempo, desde pequeñito, escribiendo, pero ¿qué te motivó a escribir una novela?

Creo que lo importante es tener esa pulsión de escribir desde pequeño. Si no la tienes es muy difícil que te la injerten cuando eres mayor, porque si eso sucede seguramente no será sincero. Siempre he querido ser escritor y escoger el periodismo ha sido una manera de foguearme en esto de escribir. Lo mío, más que una vocación periodística, siempre fue literaria. Yo creo que es importante que haya como una cuarentena de unos años en los que no publiques pero pruebes cosas. En mi caso fue la adolescencia y la postadolescencia. Y después lo único que hace falta es una historia que realmente te llame, ya empieces por el título o por una tesis, una idea de entrada de la que tirar para hacer la novela, pero después de haber escrito la primera no me imagino mi vida sin estar tramando escribir otro libro, porque cuando escribes la primera novela, aunque hayas escrito antes otras cosas, es una manera de tener tu cabeza permanentemente dividida entre lo que estás viviendo en realidad y lo que estás tramando. Una vez que lo haces, se publica, gusta y encima la gente tiene lecturas diferentes para lo que has escrito, es muy difícil dejarlo. Yo creo que es una vocación para siempre.


¿Por qué elegiste Alpha Decay? ¿O ellos te elegieron a ti? ¿Fue tu primera opción?

No fue mi primera opción pero podría haberlo sido. Cuando tienes la novela estás un poco perdido, a no ser que seas un animalito del mundo literario, que no era mi caso, porque algunos de los escritores que he conocido después desde siempre se han movido en el mundo literario. Yo tenía esa vocación íntima pero mi entorno siempre ha sido el de la música de Barcelona y tampoco tenía muy claro por qué decidirme. El paso fue pasárselo a Kiko Amat, un escritor amigo mío que publica en Anagrama y que conocí más por el mundo de la música. Me dio una serie de pistas y empezamos a enviar el manuscrito y la primera editorial que realmente apostó sin condiciones y para sacarla en el momento fue Alpha Decay, una editorial que tiene mucha valentía en descubrir nuevas voces. A menudo la gente piensa que la explosión de nuevas editoriales independientes hace que sea mucho más fácil el publicar y no es del todo cierto, porque la mayoría de las editoriales pequeñas van a valores seguros, a publicar la novela ganadora del premio Pulitzer del año 84 que no se ha publicado en España, a rescatar un clásico de culto… En realidad editoriales que apuestan por primeras novelas hay muy pocas y de hecho cambia mogollón, en cuanto publicas, la opinión que tiene de ti todo el mundo. Yo creo que mucha gente con talento se debe quedar a las puertas, porque es un riesgo muy grande publicar un libro de alguien que no ha publicado antes y más si es español (todavía hay más recelo) y más si tienes una imagen pública o una firma, aunque sea en prensa. Es difícil que apuesten por ti. Es una apuesta ciega y Ana Pareja, la editora de Alpha Decay, empezó a leerla y a la mitad me llamó para decirme que sí. Es una editora joven pero muy valiente, con mucha personalidad. Otras editoriales se interesaron o me dijeron que les gustó mucho o que ahora mismo no, pero que cuando encontraran la manera de sacarlo, me llamarían, pero la apuesta de Pareja fue con mucho entusiasmo y eso se demostró después. Trataron el libro la mar de bien, hicieron un despliegue de prensa absoluto, lo mandaron al premio Nuevo Talento de fnac, que gané, me montaron la gira, me permitieron presentar la novela a varios públicos diferentes y la verdad es que aprendí bastante.

Una vez publicada la novela, ¿esperabas la repercusión que tuvo? La cobertura en medios, etc.

No, la verdad es que no. No me esperaba nada de eso. La primera sorpresa fue, antes de publicarse, lo de Talento de fnac y a partir de ahí la verdad es que fue todo rodado. En todos sitios a los que llamábamos, fuera suplementos literarios o el más mínimo blog, todos le dieron algún espacio a la novela y eso nos entusiasmó, junto a las primeras impresiones de los periodistas. Para mí fue extraño porque estaba acostumbrado a hacer yo las entrevistas y cuando me empecé a encontrar a periodistas que me hablaban con un cariño brutal de la novela y de que la habían entendido y que me ayudaron a entenderla a mí mismo, la verdad es que fue increíble. Fue un subidón porque realmente cuando tienes un grupo, por ejemplo, tienes que defender las ideas que tienes, primero delante del resto del grupo, y así en adelante. En el caso de la escritura es algo muy diferente. Es algo totalmente íntimo, que haces en tu habitación y llegas a dudar de su valor en sí. Nadie dice nada. Te piensas que tienes entre manos una gran obra pero llegas a dudar y tienes un montón de zozobras y de miedos y cuando se despejan es alucinante porque estás tú en cada página de esa novela. Esta novela  tiene, además, un montón de detalles de mi vida literaturizados y, claro, yo estaba especialmente acojonado porque tenía miedo de que si se metían de una manera cruel con la novela se estarían metiendo conmigo. En este sentido, siempre digo algo que es verdad: si escribir es desnudarte de alguna manera, publicar es bajar desnudo al bar. Crea muchísima inquietud y, por lo tanto, después, cuando funciona, crea una satisfacción increíble, porque realmente escribir es muy solitario y muy difícil y cualquier palmada en la espalda se agradece, pero bueno, también es verdad que tuvo un primer filtro que fueron las personas a las que se les pidió que escribieran citas para la faja de la portada y elegimos a gente que yo admiro y que respondieron muy bien desde el primer momento: escribió una cita increíble Javier Calvo, un escritor que ahora ha ganado el Biblioteca Breve de Seix Barral y que para mí es uno de los mejores de su generación; a Kiko Amat también le entusiasmó; Jordi Costa, crítico del país, me dijo cosas maravillosas por mail. Recordaré toda mi vida el mail que me envió, e incluso escribió otra cita Joaquín Reyes de Muchachada Nui, que lo buscamos por la cosa cómica que tiene el libro. Ese primer filtro me tranquilizó bastante.


¿Te gusta que te hayan colocado la etiqueta de escritor “pop”?

Es inevitable, yo creo, y es una pregunta que me han hecho en el 99% de las entrevistas y me parece de país atrasado planteárselo así. La cultura pop no es más que la derivación de la cultura popular en la segunda mitad del siglo XX. Del mismo modo que los escritores de la postguerra usaban un costumbrismo el pop no deja de ser un costumbrismo evolucionado. No me estoy comparando para nada, porque es uno de mis escritores favoritos y jamás le llegaré a las suelas de los zapatos, pero del mismo modo que Marsé habla de los cines de barrio o de los cómics de Jabato o de las postales con fotos de Ava Gardner, yo hablo del equivalente actual. Por otro lado, el pop es una economía de papel y de palabras. Cuando todos compartimos un código común de grupos de música o un imaginario común de películas, economizas mucho. Además, resulta que yo me he criado en esa cultura. Sería antinatural no usarla y creo que poco a poco nos acabarán quitando esa etiqueta, que ponen a todos los escritores de menos de 45 años.

En tu libro veo muchos guiños, a lo Buñuel, de los cuales creo que he pillado algunos, pero, claro, me imagino que tus amigos más cercanos captarán más, aunque la novela sigue teniendo sentido sin ellos.

Uno de mis escritores españoles favoritos, Enrique Jardiel Poncela, dice que siempre es divertido hablar de uno mismo (risas) y yo creo que es verdad y cuando hablas de las cosas que te rodean es mucho más fácil que las puedas transmitir que cuando hablas de cosas que te vienen de segundas o terceras personas o cuando inventas cosas sin ningún anclaje en tu vida y por eso mismo yo cogía historias de mi entorno inmediato. Además, creo que es válido el concepto de escritor-urraca: yo cuando sé de una historia brillante o que me gusta, voy a por ella, independientemente de de dónde salga y mis amigos tienen muchas historias que contarme y yo las uso. Cuando salió el libro era una especie de ¿Dónde está Wally? La gente iba directamente a buscar su anécdota en esa novela y a buscar todos los guiños de cosas que saben que a mí me apasionan y ese juego fue divertido porque en los primeros meses tras haber salido recibía mensajes a cualquier hora del día o incluso de la noche comentándole algo que habían leído que les había llegado especialmente y yo creo que eso siempre lo haré. Siempre sacaré historias de amigos. Creo que conocerlas y contarlas con cariño es la mejor manera de que el lector después empatice. Pensar que hablar de uno mismo es ser solipsista o que no te entiendan es absurdo.


Tu novela tiene hallazgos destacables en forma de chistes o juegos de palabras insertados en la narración. ¿Cómo hiciste para engarzarlos sin que quedaran forzados?

Me parece lógico meter en una obra literaria chistes. Para mí los chistes son una forma de sociología popular. El cliché lo es por algo. Es la síntesis de cómo es un colectivo, una región o un momento histórico. Los chistes resumen muchísimas cosas. Por lo tanto, introducirlos en una trama me parece lo más normal. Aparte de la idea inicial de que hacen gracia. Durante tiempo se han considerado soeces ese tipo de bromas más burdas pero por una cuestión básica: la comedia se considera inteligente en retrospectiva y jamás en el momento en que se hace. Yo dudo de que en la época de Lubitsch y Billy Wilder se consideraran sus obras “humor inteligente”. Por ejemplo, Ser o no ser (Ernst Lubitsch, 1942) seguramente se consideraba una parida, ofensiva, burda, impertinente y zafia. Creo que todo material de derribo es útil para construir una novela porque en la vida real la gente no está teniendo comentarios inteligentísimos y rebuscados en todo momento. Y una de las cosas que me interesaba en la novela era reproducir el habla oral sin que sonara forzada. Yo percibo que los diálogos muchos escritores españoles, sin querer rajar de nadie, parecen subtítulos malos de una peli. Muy poca gente dice “He ido a pillar buena mierda”. La gente no habla así y me parece un poco cutre querer reproducir esa habla imposible que no existe. Y sin embargo un habla más campechana te ayuda a entender la dimensión de un personaje.

¿Tristán eres tú?

No. Lo que pasa es que hay muchas cosas de mí. Yo no soy tan pardillo ni tan apocado. Tristán son probablemente los miedos que tengo o que tuve de acabar siendo como Tristán pero no soy yo. Digamos que los personajes, y más en los libros en primera persona, nunca son cómo te miras en un espejo normal sino cómo te miras en un espejo cóncavo o convexo. Siempre sacas lo peor porque la mayoría de la gente no tiene demasiada gracia. Tienes que deformar al máximo tus virtudes y defectos para que tenga algún tipo de interés. Si yo contara mi vida tal cual sería un absoluto coñazo.


En mi opinión tu novela tiene una lectura, que habla de que la música pop antes tenía calidad pero con el tiempo se ha ido banalizando, hasta llegar a la ordinariez en la que están hoy sumidas la música y la cultura pop. Sin embargo, tú te empeñas en defender las bondades del momento actual para “lo pop”.

Yo no soy tan apocalíptico como tú. Dices que la música actual tiene menos calidad pero precisamente las canciones de Cole Porter son tontísimas, hablan de besos en la nariz, de bailar mejilla con mejilla… no me parece que eso sea especialmente elevado, simplemente tiene un encanto especial. Creo que si ha retrocedido la cultura pop es en la falta de artesanos, músicos que hagan canciones de género muy bien escritas. Cuando alguien va muy sobrado, por ejemplo, sabe escribir muy bien con partituras, y se interna en la cultura pop, lo que hace es maravilloso, como es el caso de Serge Gainsbourg. Lo que se ha hecho es diversificar los canales de recepción de la cultura pop. Antes la cultura pop era la pantalla del cine y la radio. Ahora es algo que te encuentras y que buscas a través de mil canales y la oferta es muchísimo mayor y no se limita a lo que dice que tiene valor o potencial económico una emisora de radio o un productor de cine. Ahora las propuestas se cuelan por cualquier sitio. Eso es una fuente de riqueza, también una fuente de ruido, porque te cuesta más encontrar grupos que molan. Creo además que hay que ser menos apocalíptico con todo.


¿Escribiste tú el resumen que sale en la contracubierta? Porque me parece que tiene un tono muy optimista que no encaja con lo que para mí es el libro, que es más agridulce.

No lo escribí yo. Lo que pasa es que cuando alguien apuesta por algo que has hecho tú de una manera tan vehemente, te pones un poco en sus manos. Esa fue la contraportada que quiso hacer la editora porque creía que con ella llegaría a más gente, pero es verdad que hay gente que se queda con que es una novela inocente, divertida y hasta frívola y otra ve la parte agridulce, la segunda lectura. Yo lo que pretendía era exactamente lo contrario: dar al libro una pátina de felicidad pero que el subtexto fuera triste. Mi manera de hacerlo era mantener casi hasta el final el tono cómico y esperar que el que quisiera entenderlo, lo entendería. En todo caso, no le echaré nada en cara a la editora porque seguramente tuvo razón porque la novela la leyó mucha gente y fue muy bien.

Entre tus influencias siempre mencionas a Kiko Amat, a Francisco Casabella, etcétera, pero yo veo la influencia que no sé si te gustará reconocer de las novelas humorísticas de Eduardo Mendoza.

Claro que me gusta. Mendoza es uno de los mejores novelistas de Barcelona. Tiene una vis cómica increíble. ¡Joder! Tiene una mirada sobre las cosas super-especial. Es un tipo valiente y abrió camino, pero me parece un poco frío. Para mí la mezcla definitiva, sin contar a Casabella que es mi escritor favorito español, sería unir la capacidad de emocionar de Marsé y la fantasía de Mendoza.


Háblanos del libro que escribiste en colaboración con Jordi Costa y otros sobre la nueva comedia. ¿De dónde viene esta afición tuya por la comedia?

A mí siempre me ha gustado especialmente lo cómico y no solo por una cuestión hedonista, sino porque francamente creo que la comedia es la mejor forma para contar lo poco racional que es en el fondo nuestra vida y nuestra civilización, porque intentar no reírse de una especie como la humana que ha hecho todo lo que ha hecho en los últimos 150 años es ser imbécil. No tomarse a pitorreo cómo somos, tomarse en serio me parece una falta de inteligencia bastante importante. Así que, primero, la comedia es lo que mejor refleja la condición humana y, segundo, a nivel cultural, la punta de lanza y la avanzadilla de cualquier cosa siempre es la comedia, la que llega al límite de lo que es políticamente correcto en cada momento histórico, la voz de Pepito Grillo que critica lo que sucede en cada momento y lo más inteligente que hay y de ahí viene mi pasión por la comedia y en el caso de la estadounidense, como decía antes, mi educación está en las comedias de EE.UU. y especialmente en las spoof movies que, para mí, me parecen como grandes ensayos cinematográficos. Una comedia como High Anxiety (Máxima ansiedad, Mel Brooks, 1977) es un análisis del cine de Hitchcock a la altura del que pueda hacer Truffaut… y lo digo sin ánimo de epatar. Lo mismo ocurre con Spaceballs (La loca historia de las galaxias, Mel Brooks, 1987), que no sólo es una parodia de Star Wars (La guerra de las galaxias, George Lucas, 1977), sino de todo el sistema de márketing de Hollywood que se estaba fraguando en ese momento y va muchísimo por delante de los analistas serios. A Jordi Costa lo conozco desde hace un tiempo. Para mí es una persona muy importante en cómo yo he aprendido a escribir, sobre todo en el ámbito periodístico, y me parece un tipo importantísimo en el panorama cultural de este país y creo que lo será todavía más. Me propuso colaborar en este libro del mismo modo en que me propuso en su día colaborar en el suplemento “Culturas” de La Vanguardia. Fue él el que me propuso el tema y me lo pasé tremendamente bien haciéndolo. Además, después eso tuvo continuación porque hemos hecho alguna conferencia sobre el tema en universidades.

¿Qué has hecho desde entonces?

Escribí un cuento para Sigueleyendo, una editorial on-line, que nos propuso a mí y a otros escritores como, por ejemplo, Gonzalo Torner o Laura Fernández hacer versiones de cuentos clásicos. A mí me tocó "La bella durmiente" y he hecho una adaptación muy libre y se puede comprar a un euro, que creo que es un precio bastante razonable. A la gente que le ha gustado la novela, este cuento yo creo que les gustará todavía más porque está mejor escrito. Y después otra colaboración para el libro colectivo CT o la cultura de la transición (Mondadori, 2012), que el editor es Guillem Martínez  y analiza los mecanismos de control que se han tenido para que la cultura española haya perdido el punto de irreverencia que apuntaba que iba a tener en la transición tanto en la música, como en el cine… A mí me tocó, cómo no, la parte de la comedia, que va desde las revistas en plan La Codorniz, pasando por Tip y Coll, Miguel Gila, la travesía en el desierto del periodo en que sólo había imitadores, los clubs del chiste, para llegar al humor que se hace ahora en twitter, que a mí me interesa mucho porque es una creación colectiva.


La semana que viene saldrá al mercado tu nuevo libro. ¿Serías tan amable de contar de qué trata a los lectores de El blog de De la Vega?

Se llama La cápsula del tiempo y saldrá en Blackie Books, que es una editorial que tanto reedita a Jardiel Poncela o a Brautigan como edita a Miguel Noguera. Es una versión adulta de los libros de “Elige tu propia aventura” que leíamos de pequeños. El principal problema que me he encontrado escribiéndolo es que no hay un protagonista, porque cuando tú escribes un relato o una novela lo escribes alrededor de una serie de personajes y aquí ese personaje no existe, el personaje es el lector. En los libros juveniles esto era muy fácil, porque al principio del libro te decían “¿Quieres ser un ninja en el periodo Edo o quieres ser el delantero centro de la selección de Brasil de los 60?”, entonces tú elegías en qué situación querías encontrarte, pero yo no he querido  hacerlo así, sino que todo partiera de una situación cotidiana y que la trama se fuera decidiendo en función de lo que decide el lector, de tal manera que, según como tú seas, puedes acabar en una trama de detectives, una trama de super-héroes de pacotilla… pero en ningún momento es forzado. Tú te defines a ti mismo. Me ha costado lo mío pero tiene un punto gamberro y guay. Es un libro diferente y con un montón de estímulos.

1 comentario:

  1. Xa merquei a versión de La Bella Durmiente e agardo impaciente polo "elige tu aventura"!

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