La siguiente crítica del disco Punta Paloma de Kiko Veneno (RCA/BMG, 1997) salió publicada en el suplemento cultural "Táboa Redonda" del diario El Progreso de Lugo el 13 de diciembre de 1997 (dos días después de mi vigésimo tercer cumleaños). Lo presento con ligeros retoques.
Punta Paloma es el sur.
El nombre del último disco de Kiko Veneno es el del cabo donde están los estudios donde lo grabó, muy cerca de la localidad de Tarifa (Cádiz), el punto más sureño de la Península Ibérica.
Kiko Veneno, catalán de nacimiento y andaluz de adopción, creó, con los hermanos Amador, un nuevo estilo, mezcla de rock y música andaluza. Ahora, tras casi veinte años en esto de la música, ahonda en este disco en sus raíces flamencas.
Con la producción de Joe Dworniak y las colaboraciones de Martirio, Vicente Amigo, Raimundo Amador y ¡¡Santiago Segura!!, los temas tienen una calidad técnica e instrumental indiscutible, aunque el resultado se resiente, a mi modo de ver, de falta de frescura.
Tiene momentos geniales, pero, si se mira en conjunto, el disco ―que, por cierto, está editado lujosamente―, no llega a la altura de sus predecesores, Échate un cantecito y Está muy bien eso del cariño, que ya han hecho historia dentro del pop español.
"Punta Paloma", el lado más flamenco de Kiko Veneno
Al sur del sur
El nombre del último disco de Kiko Veneno es el del cabo donde están los estudios donde lo grabó, muy cerca de la localidad de Tarifa (Cádiz), el punto más sureño de la Península Ibérica.
Kiko Veneno, catalán de nacimiento y andaluz de adopción, creó, con los hermanos Amador, un nuevo estilo, mezcla de rock y música andaluza. Ahora, tras casi veinte años en esto de la música, ahonda en este disco en sus raíces flamencas.
Con la producción de Joe Dworniak y las colaboraciones de Martirio, Vicente Amigo, Raimundo Amador y ¡¡Santiago Segura!!, los temas tienen una calidad técnica e instrumental indiscutible, aunque el resultado se resiente, a mi modo de ver, de falta de frescura.
Tiene momentos geniales, pero, si se mira en conjunto, el disco ―que, por cierto, está editado lujosamente―, no llega a la altura de sus predecesores, Échate un cantecito y Está muy bien eso del cariño, que ya han hecho historia dentro del pop español.
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