viernes, 30 de octubre de 2015

Idea para un relato

Dos niños se pelean en el patio del colegio. Pero muy fuerte. Con piedras y todo. Llorando mucho acuden a la profesora, cada uno pidiendo que castigue al otro. Ella decide que cada uno ha recibido ya el castigo que se merecen.

...O mejor... les castiga a que se peleen a muerte.

sábado, 24 de octubre de 2015

Algunos se quejan de la incomunicación entre las personas que van en metro o tren

...pero yo prefiero que me dejen leer mi libro en paz.

Escribo despacio

...y mal.

La noche es joven

...pero yo no.

 
Foto de Davani Varillas

Comentario = cementerio


Foto de Davani Varillas

No soy de rancio abolengo

Soy rancio a secas.


Foto de Davani Varillas

La Academia ha aceptado la voz "amigovio"

¿Por qué no "follamigovio"?

La culpa la tuvo tu madre por dejar la puerta abierta

Y yo por meterme dentro
Y tú por estarte quieta.

La casa es para dormir

No para pasarse el día limpiándola.

martes, 13 de octubre de 2015

Hoy con... Clara Collantes

Foto de Jesús de la Vega / Asistente: Carlos Escolano

Vi tocar a Clara por primera vez en Siroco con La Ruleta China, banda capitaneada por el mítico Fernando Márquez, y me enamoré de su modo de tocar la guitarra, pero conocerla en persona ha sido aún más gratificante, pues al entrevistarla me entero de que sus gustos musicales son muy parecidos a los míos. Tras hacer las preguntas típicas de una entrevista, me pongo, ya sin libreta, a hablar de música con ella y salen a relucir nombres como The Beach Boys y Alex Chilton. Nos enfrascamos en un debate sobre la importancia de la producción en la música grabada. ¿Existen las almas gemelas?

Le cuesta definir su estilo de tocar de guitarra: "No sé, supongo que la mía se puede ver como una trayectoria poco ortodoxa, porque empecé en un mundo más académico y ligado al jazz, luego pasé a tocar flamenco-fusión y, por último pop. En ciertos ámbitos se me puede considerar de una gran técnica y en otros me ocurre lo contrario".

Foto de Carlos Escolano

Preguntada sobre si hace bandera del hecho de ser mujer y guitarrista afirma: "La verdad es que no hay muchas mujeres guitarristas, como en cualquier ámbito de la música, salvo tal vez entre los cantantes o teclistas, y menos que componga y lidere un grupo. La perspectiva de género no es la única, pero a veces el simple hecho de salir a un escenario a tocar la guitarra se convierte en una reivindicación. No tanto para mí sino por cómo me perciben los demás, por la mirada del otro".

Además de en La Ruleta China, ahora renombrada El Día Después, podéis seguir a Clara en sus otros proyectos, como Sierra. No os los perdáis. También nos adelanta la posibilidad de un proyecto en solitario en el futuro.

Vestigios de prestigio

lunes, 5 de octubre de 2015

Entrevista con mi padre: Ángel de la Vega, un periodista de raza

Siempre me ha intrigado saber cómo era la vida en el tiempo de mis padres (y antes), no sé si desde que vi una de mis películas favoritas, Back to the Future, o por qué. La cuestión es que siempre le preguntaba a mis padres cosas sobre su infancia y mocedad. Creo que todo el mundo debería hacer el ejercicio de entrevistar a sus padres. Por desgracia, sólo puedo entrevistar a uno de ellos, mi padre, nacido en 1931, porque mi madre, Maruja Rodríguez, nacida en 1934, murió hace diez años, así que nos toca hacer un recorrido por algunos momentos de la vida de mi padre, el periodista y escritor Ángel Martínez, conocido por su pseudónimo, Ángel de la Vega.

Entre las entrevistas y el humor


- ¿Cómo fue tu infancia en Friol (Lugo)?

- Por lo que me acuerdo, fue muy feliz, muy agradable, muy tranquila. Quizá cuando empecé a tener algún problemilla es cuando me dijeron que tenía que ingresar en el bachillerato. Entonces no estaba muy bien preparado y nos mandaron a mi hermano José Antonio y a mí a estudiar a Narla, un pueblo a cuatro kilómetros de Friol, donde había un profesor muy bueno que se llamaba don Ángel, que dijeron que nos podía preparar para el ingreso en bachillerato. Así que íbamos a pie todos los días durante un año. Nos llevábamos de casa una tortillita o algo y allí nos daban el caldo, que, por cierto, nos sabía de maravilla.

Con mi madre, representando la zarzuela gallega "Non chores Sabeliña" en Friol

- ¿Cómo era Friol entonces?

- Eran cuatro casas: el alcalde, la costurera, el zapatero y cuatro personas más. Nos conocíamos todos y nos tratábamos con mucho cariño.

- Me has contado que entonces casi no pasaban coches por ahí.

- Recuerdo estar enfrente de nuestra casa de Friol, que en el bajo tenía un negocio que era estanco y ferretería, y ahí jugábamos partidos de fútbol, en la carretera. Y entonces llegaba un chico y decía: "Parad, que ahí viene un coche". Llegaba un coche de cada dos o tres horas.

- ¿Qué más cosas eran distintas?

- Todo era distinto.

- ¿Cómo eran tus padres?

- Maravillosos. Mi padre empezó a estudiar Medicina pero lo plantó y montó un comercio de ferretería, comestibles y hasta terminó después con un estanco, que era el mejor de todo el término municipal de Friol. Recuerdo a mis padres con mucho cariño, sobre todo a mi padre, que era muy humano. Mi madre era menos cariñosa pero también era muy agradable en el trato. Recuerdo que de niño tuve dos o tres lesiones jugando al fútbol, al golpearme contra el bordillo de la acera.

En la redacción de El Progreso

- Pero tu madre era más de clase alta que tu padre.

- Sí, entonces le daba menos categoría a mi padre. Sin embargo, mi padre era más trabajador, más sensato quizá.

- ¿Cómo conociste a mamá?

- Su familia tenía un bar en Friol, que se llamaba O Café da Ponte y ella era una mujer quizá superior a la media para aquella época, tenía más preparación y, sobre todo, más simpatía y más cultura. Me agradó en el trato y empecé a relacionarme con ella, al principio dándole poca categoría, pero después cada vez me fui enamorando más y más, hasta el punto de que para mí era una mujer sensacional, como fue toda la vida.

- ¿Qué recuerdas de cuando erais novios?

- Ella era una muy lista, sabía cantar, hacía teatro y era muy agradable y yo estaba entusiasmado con ella. Por otra parte, yo también ya tenía ciertas inclinaciones, no sé si decir literarias...

- Mamá me había dicho que le escribías cartas muy bonitas.

- Sí y ella también me escribía cartas muy cariñosas. Precisamente sobre este tema te voy a contar una anécdota que se me viene a la mente. Yo he escrito cartas a chicos en el servicio militar cuyas novias no conocía de nada y se dio el caso de enamorarse a través de las cartas que les escribía yo. Ellos me decían cuatro datos de la chica y la carta me la inventaba yo. Era gente castellana y extremeña muy inculta pero muy cariñosa.

- ¿Cuándo te trasladaste a Lugo, entonces?

- A estudiar el bachillerato a los Maristas, con mi hermano.

- ¿Erais internos?

- No, externos.

- ¿E ibais todos los días desde Friol?

- No, nos quedábamos en una pensión.

- ¿Cómo era Lugo entonces?

- Muy bonito y muy agradable. Éramos niños y recuerdo que las dueñas de la pensión eran muy católicas e iban a misa todos los días y nos querían inculcar eso, que no lo llegaron a lograr.

Evento con el editor y directivos de El Progreso

- ¿Cómo eran los Maristas?

- Era un colegio que estaba bien. Le cogí mucho cariño a un par de profesores, como el hermano Virgilio. A los demás, no. Por ejemplo, el hermano que nos dirigía en los recreos no era de mi devoción. Por cierto, uno de estos hermanos, que me dio clase durante todo el bachillerato y que, desde mi posición, me parecía un fenómeno, me lo encontré por casualidad años más tarde en Madrid, cuando yo estaba estudiando Periodismo. Le pregunté qué hacía en Madrid y me dijo que estaba tratando de licenciarse en Filosofía y Letras. Así que cuando me daba clase a mí, no tenía ningún título.

- ¿Por qué te decidiste por estudiar Periodismo?

- Porque empecé a colaborar en el diario El Progreso como corresponsal.

- ¿Y cómo te pusiste en contacto con ellos?

- Verás: mi padre era corresponsal administrativo de prensa y decía que había que publicar cosas sobre Friol, así que empecé a colaborar y al ver publicadas mis cosas, me entró el gusanillo.

- ¿Eran cosas sobre Friol?

- Sí. Incluso me publicaron algún reportaje. Por ejemplo, recuerdo uno que escribí sobre las fiestas de Friol, porque se hacían durante el año 40 o 50 fiestas, y me lo publicaron con mucho éxito.

- Lo debías de llevar en los genes, porque tu abuelo (Higinio Fernández de la Vega) y tu tío (Celestino Fernández de la Vega) habían sido escritores.

- Sí, eran escritores de fama y de categoría. Quizá sepa escribir por algo que vino de mi familia, pero la verdad es que ellos no me enseñaron nada.

- ¿Y cómo es que te fuiste a Madrid?

- Mi tío Celestino dijo "A este chico hay que mandarlo a Madrid, porque se ve que tiene inclinaciones literarias" y me mandaron a estudiar a la Escuela de Periodismo. El primer año tuve un fallo porque había 18 asignaturas y si suspendías tres, tenías que repetir curso y yo suspendí tres y tuve que repetir. Ese hecho me costó un disgusto enorme con mi familia, porque encima eran tres asignaturas sin importancia. Repetí curso y desde entonces lo hice bastante bien, tanto es así que terminé en el puesto 16 de 50. Y voy a contar un detalle muy curioso. Cuando ingresé en El Progreso me llamó la secretaria de la Escuela de Periodismo, que se llamaba Raquel y me dijo que era el primero de mi promoción que ingresaba en un periódico y a los pocos años, cuando tenía yo 26 o 28 años y empecé a dirigir La Hoja del Lunes de Lugo, me convertí en el director de periódico más joven de España.


- ¿Como fue tu llegada a Madrid?

- Me llevé una grata sorpresa porque era una vida totalmente diferente. No conocía nada de Madrid, claro. Al principio tuve un introductor, que era un policía secreto que se llamaba don Ángel Bóveda, que me llevó a su pensión, pero eso fue solo los ocho primeros días de mi vida allí. Después ya hice una vida independiente y tuve muchos amigos y muy buenos en Madrid, entre ellos un hermano de Camilo José Cela, Jorge Cela Trulock, que fue íntimo amigo mío, tanto es así que incluso dormí varias veces en el cuarto de Camilo José Cela; Alejandro Fernández Pombo; Anson, que, por cierto, ya entonces era monárquico y hablaba siempre del rey, que entonces a nosotros nos parecía una cosa rarísima. También los hermanos Jorge Víctor y Daniel Sueiro, que fui a su boda en el hotel Ritz. Otro que era muy amigo mío era Tico Medina, que hacía entrevistas con artistas. Yo también hice entonces muchas entrevistas con artistas.

- Y seguías colaborando con El Progreso.

- En El Ideal Gallego, en El Progreso, en Pueblo, en Informaciones, en Ya... también escribí sobre cine en una revista de México que se chamaba La Esfera, que publicaban fotos en color, que entonces aún no había en España. Te voy a contar una anécdota muy curiosa del Ideal, porque me pagaban cien pesetas por entrevista, que entonces me sentaban muy bien. Publicaban todo lo que les mandaba, en última página, por cierto. En un momento, me dejaron de pagar. Seguían publicando pero no me pagaban y una vez, estando ya en El Progreso, hablé con Jorge Víctor Sueiro, que era uno de los redactores jefes del Ideal y le pregunté si sabía por qué me habían dejado de pagar y resulta que el muy cabrón reconoció que él era el que se quedaba con mi dinero. Y encima se reía, como si hubiera hecho una gran hazaña.

- ¿Cómo era Madrid cuando tú vivías ahí?

- Me movía mucho por Madrid, por la Gran Vía, la calle del Pez, Corredera Alta, Corredera Baja, Espíritu Santo, plaza del 2 de Mayo. Por ahí era por donde yo hacía mi vida y lo pasaba muy bien. Tanto es así que me venían a ver todos los días peñas de amigos gallegos. Tengo una anécdota con Tino Grandío, el famoso pintor. Era de mi época. Él debía de vivir muy bien en temporadas pero cuando pasaba por rachas malas, me venía a ver y decía: “Ángel, hoy vengo comer contigo, que hace cuatro días que no como, a ver se me invitas”. Y yo, como ya tenía la comida pagada, le invitaba a comer. Mira qué cosa más curiosa. Me dijo muchas veces “Coge el mejor cuadro que encuentres” (esa era su mejor época). Yo nunca le cogía ninguno porque, claro, ¿dónde lo iba a meter? Vivía en una pensión muy modesta. Además, los que me gustaban eran los cuadros grandes. Un día, siendo yo ya redactor jefe de El Progreso, llegó a la redacción y dijo: “- Coño, Ángel, ¿qué haces por aquí? - Ya ves, estoy aquí. Por cierto, siempre me dijiste que me ibas a dar tu mejor cuadro y aún lo estoy esperando. - Trae una cartulina, que te hago ahora una pintura”. Y me hizo una pintura de unos payasos, que aún la tengo, ahora la tengo enmarcada en el salón de mi casa. Por atrás, lo emborronó todo de negro y dijo “Por atrás está mucho más bonito que por delante”.

- O sea, que no estaba muy convencido de lo que había hecho.
 
- ¡Claro! Dijo “Guárdalo, que esto va a valer mucho”.

Con los compañeros de El Progreso

- ¿Cómo era un día normal tuyo en Madrid?
 
- Iba todos los días a la Escuela de Periodismo, que estaba en Zurbano 6 o 34, no recuerdo muy bien. Iba todos los días. Quizá no fuera muy estudioso, pero era muy disciplinado. De hecho, había profesores que me decían “¿Cómo te suspendió Fulanito de Tal? Si eres un fenómeno”. Te voy a contar una anécdota. Una vez, un profesor, no recuerdo quién era, preguntó algo en alto y yo le contesté y dije una palabra que se ve que era gallega y empezaron todos a reírse y el profesor dijo: “¿De qué se ríen ustedes? Lo que acaba de decir este señor es una palabra correcta y ninguno de ustedes lo sabía. Está muy bien dicho” y me defendió. La palabra resultó ser un galleguismo que también existía en la lengua castellana pero que no se usaba mucho.

- ¿Y después de clase qué hacías?

- Tenía unos amigotes gallegos ahí. Tomábamos unos vasitos. Hice muchos amigos. Conocí a Costa Clavell, al poeta Oroza, a muchos artistas, que me venían ver para que les hiciera entrevistas, otras veces para saludarme.

- ¿Que significaba para ti Madrid entonces?
 
- Para mí era una gran ciudad, con mucha diferencia con las demás, en cultura, preparación, trabajo, educación...

- ¿Y te costó volver a Galicia después?
 
- No, porque estuve siempre centrado en Lugo.

- ¿Ya lo planeabas como estar tres años y volver? ¿Nunca te planteaste quedarte?

- No, y eso que pude quedarme, tuve ocasiones.

- ¿Has vuelto a Madrid después?

- Sí, pero Madrid había cambiado totalmente. Ya no reconocía la ciudad. Te voy a contar un detalle muy curioso. Una vez volví, al cabo de unos diez anos, a la pensión donde me alojaba en mis años de estudiante, que se llamaba Los Gallegos y estaba cerca de la plaza del 2 de Mayo. Pregunté por el dueño y cuando este me vio, se escandalizó y me dijo que me fuese de ese barrio. Era cuando había muchos drogadictos en esa zona. - “Márchese de aquí”.  - “Pero yo vine a verlos a ustedes y quiero estar aquí”. Y me hicieron coger un taxi y me mandaron a una zona mejor donde ellos tenían otro restaurante.

- Pero aún existía la pensión.

- Si, pero mira como había cambiado la ciudad.

- ¿Y cuando acabaste la carrera qué hiciste?
 
- En junio terminé la carrera y me fui a Friol y en octubre ya me llamaron de El Progreso. Resulta que por las festas de San Froilán necesitaban gente y el redactor jefe, Alejandro Armesto, pensó en mí. Ya me conocía por las colaboraciones y porque había hecho prácticas dos años y le debí de gustar. Hacía muchas entrevistas. Llegué a hacer una entrevista diaria durante tres o cuatro años, dentro de la sección "Ayer con...", que en un lugar como Lugo es difícil. Entrevistaba a un zapatero, a un sastre... a cualquiera. Cuando llegaba una compañía de revista, un teatro o un circo, aprovechaba y hacía cuatro o cinco entrevistas y así tenía material para varios días. Y tanto es así que había un semanario que se llamaba 7 Fechas, que se publicaba en Madrid y tenía una sección que era "La entrevista de la semana" y varias veces escogieron una mía, a un simple zapatero o así. Hay que decir que en esa época había entrevistadores de mucha categoría, como Del Arco en La Vanguardia o Donal en el ABC.

- Trabajaste muchos años en El Progreso ¿Cómo cambió el periodismo desde que empezaste hasta que te jubilaste?

- Pues, por ejemplo, al principio hacíamos las cosas a base de teléfono. Después con teletipo.

Con mi madre

- Cuando tú entraste, ¿cuantos erais en la redacción?
 
- Éramos tres periodistas titulados y otros cuatro sin titulación, o sea que hacíamos el periódico entre siete.

- En un libro, José Trapero Pardo dice que cuando no había noticias os inventabais un tifón en China o algo similar. ¿Es verdad?
 
- Sí. Recuerdo muchas veces, siendo redactor jefe, tener tres páginas vacías y decirle a Ribera Manso, a Alfredo Sánchez Carro o a otro: "Venga, ponte ahí a la máquina y escribe cualquier cosa" para rellenar el espacio en blanco.

- El tipo de periodismo también era distinto, porque he leído cosas antiguas y le daban mucha literatura a la información.

- Si había un crimen, un accidente o una cosa curiosa, se le daba mucha cancha. Yo, por ejemplo, recuerdo como un acontecimiento que hizo historia el incendio del monasterio de Samos, que fue en mi época. Se destruyó y gracias a gente como el padre Mauro, que fueron pidiendo donativos durante muchos años, se logró reconstruir y yo fui a la reapertura, que estaba Franco. También la construcción del salto de Belesar, que el caudillo lo presentó como un gran logro de la industria eléctrica. También cuando venía Franco a pescar a los ríos de Lugo.

- Aparte de las entrevistas, que siempre fue uno de tus fuertes, también destacaste por el humor, ¿no?

- Sí, porque en aquella época casi no había, era algo muy raro, e incluso durante dos o tres años le dedicaba una o dos páginas al humor. Lo hacía yo todo o lo sacaba de revistas. Firmaba con el nombre de O Marqués da Piringalla o con el de Amar.

- ¿Cómo fue la evolución del periodismo en ese tiempo?

- El cambio fue abismal, pero muy poco a poco, casi sin darte cuenta. Recuerdo las linotipias, después pasamos a máquinas más modernas. No sé ni cómo pasó.

- ¿Cómo te convertiste en director de La Hoja del Lunes de Lugo?

- Había hojas del lunes en casi toda España menos en las provincias pequeñas. Fue una idea sobre todo de Alejandro Armesto, con ayuda de otros compañeros, entre los cuales me encontraba yo. El problema es que nosotros no teníamos nada y necesitábamos papel, maquinaria, teletipos... En Lugo el único que tenía eso era don Puro, el viejo, el propietario de El Progreso, y fuimos consiguiendo, poco a poco, que don Puro consintiera que usásemos sus cosas para hacer la Hoja. Se nombró a Armesto, el gran impulsor, como director, a mí, uno de los que más ayudé, como redactor jefe y el propio don Puro figuraba como un simple redactor. Así fue durante una época. Luego Armesto marchó para otros periódicos y yo quedé de director y lo fui durante 25 años. La Hoja del Lunes se dedicaba a los deportes, como es natural, pero había que darle más alicientes, así que dedicábamos un poco a lo local y se me ocurrió otro aliciente, que era poner una chavala guapa en la primera plana.

Haciendo una entrevista de su famosa serie "Ayer con..."

- Eso fue un éxito, pero ¿no tuvisteis problemas con la censura en aquellos años del franquismo?

- Sí, pero espera. Fuimos el primer periódico en publicar una chica en bañador. No era despelote total, eh. Yo cogía las chicas de revistas italianas, el Oggi y otras, las reproducía y me inventaba un pie, diciendo que era una chica que pasó por Lugo o algo así. Esta idea tuvo un éxito enorme e incluso hubo colectivos que me achacaron que hacía cosas que iban contra la moral y tal pero el caso es que en aquella época, gracias a las chicas y otras cosas, pasamos a tener el doble de tirada.

- Volvamos al tema de la censura.

- Sí, tuve varios problemas con la censura, que era bastante estricta. Recuerdo, por ejemplo, que publicamos una entrevista con una artista muy destacada de aquella época que se llamaba Rosa Morena, en la que decía que no le importaba mucho el destape y tal... bueno, el caso es que me denunciaron e Información y Turismo me hizo un expediente. De ese expediente se hizo eco Camilo José Cela, que me defendió y citaba a un juez que había dicho que la entrevista estaba muy bien. Me parece que, para aquella época, el juez estuvo muy lúcido. Al final salimos absueltos. Otra vez, un colaborador de Lugo que estaba en Madrid me mandó un artículo sobre un gobierno sudamericano, pero alguien creyó leer entre líneas que se refería al gobierno local. El juez decidió que no tenía nada que ver con España y también me absolvieron. En otra ocasión me demandaron y me pidieron veinte millones de pesetas de aquella época por un artículo sobre un tipo que quería construir una industria en Lugo sin tener los papeles en regla y nosotros lo descubrimos. Primero me pedía veinte millones, después diez, después un millón y por fin, quedó en nada. En aquel entonces me defendió Pedro González, que ahora es decano del colegio de abogados de Lugo.

- Me comentabas que en tus años de Madrid colaboraste con muchos medios. ¿Y desde que empezaste a trabajar en El Progreso y en la hoja ya no colaboraste con medios de fuera?

- Sí, colaboré con Ya, La Región Internacional y muchas revistas culturales.

- ¿Y sobre qué temas escribías?

- Sobre todo cuando había algún tema importante en el aspecto cultural, que entonces era muy poco. Exceptuando el Círculo de las Artes, había muy poco más.

- Se nos ha quedado algo en el tintero. Volvamos a cuando acabaste la carrera y te fuiste a Lugo. Me imagino que al poco te casarías.

- No. Estuvimos tres años más de novios.

- ¿Y los abuelos y mamá vivían en Lugo o en Cantabria?

- En Santander. Yo viajaba ahí para verla quince días al año (se casaron en Cabezón de la Sal en).

- Y luego se vino ella para aquí.

- Claro.

- Y ya compraríais la casa y eso.

- Sí, estuvimos un año antes de comprar la casa.

Aquí en Madrid al litro de cerveza lo llaman "mini"

Entonces... ¿cómo será el "maxi"?