sábado, 17 de noviembre de 2012

Greatest Hits: Crítica del álbum "Veintegenarios" de Albert Pla

Hoy tenemos una exclusiva. La siguiente crítica del álbum Veintegenarios en Alburquerque de Albert Pla (BMG Ariola, 1997) es la primera crítica musical que escribí y publiqué en mi vida. Salió en "Táboa Redonda" el 1 de noviembre de 1997. La publico con alguna corrección y un título distinto. Incluyo también una biografía de Pla muy cachonda que venía en el CD (que en realidad era un CD-ROM que también incluía un videojueguecito muy gracioso).

El genio provocador ataca de nuevo


Tras editar dos discos en catalán, de repercusión limitada, y hacerse más tarde popular en toda España con dos discos en castellano (No sólo de rumba vive el hombre y Albert Pla supone Fonollosa), el cantante más loco y conmovedor del panorama nacional nos vuelve a provocar con Veintegenarios en Alburquerque, un disco que fue censurado por su compañía de discos en su día.


Desde él, Pla ataca contra todo lo que signifique la homogenización e incomprensión, desde un frente en el que milita junto a Manolo Kabezabolo, Fermín Muguruza (ex Kortatu y ex Negu Gorriak), Robe Iniesta (Extremoduro) y muchos otros artistas. Dios los cría y ellos se juntan.

En esta batalla, Pla y sus colegas arremeten contra el sistema, contra la política, contra la inacción, contra todo ("Estamos a favor hasta de ir en contra"). Pero siempre con un mensaje positivo: "Lo mal que estamos pero, ay, qué bien que lo pasamos", dice en "Marcelino Arroyo del Charco", la canción con la que se abre el disco.

La canción que da nombre al disco es precisamente un alegato contra el conformismo de los jóvenes que se comportan como octogenarios y lo único que hacen es ver pasar la vida sentados al sol. Las letras siempre fueron uno de los puntos fuertes de Albert Pla. Desgarradoras, amorosas, a veces repulsivas, el mundo lírico de Albert Pla es uno de los más intensos y versátiles de la música española.

Veintegenarios finge ser un disco grabado en directo, pero en realidad está hecho en estudio. Esa es una de las grandes bazas del disco, pues el supuesto "público" a menudo canta largos fragmentos de la canción, como si fueran canciones conocidas, algo totalmente absurdo, dado que es la primera vez que se graban (nota de 2012: ahora me entero de que la canción "Veintegenarios" ya había sido grabada en catalán para el segundo álbum de Pla con el título de "La barricada de Sanpaucentdeu") y esto hace mucho más graciosa su escucha.


Las colaboraciones son otro de los puntos fuertes del disco. Un extraordinario plantel de músicos acompaña la voz frágil e infantil de Pla, que algunos (como mi hermana) dicen que parece de "niño pijo".

Albert Pla es pop en el sentido menos convencional del término, es rock en el sentido más desgarrador y brutal del término, es rumba en el sentido más tribal del término. En definitiva, Albert Pla es sentimiento en estado puro.

Y lo mejor de todo es que oyendo el disco te partes de risa.

Biografía de Albert Pla


Albert Pla i Álvarez nace en Sabadell a finales de verano, sin que ninguno de sus conciudadanos vea en él ninguna esperanza de futuro. Tras pasar totalmente desapercibido por la escuela de educación primaria y por un grupo de boy scouts del que actualmente reniega, sus padres deciden apuntarle a un cursillo de natación. Allí consigue aprender a nadar e incluso gana, inesperadamente, una medalla en los campeonatos alevines, modalidad cien metros mariposa.


Todo marcha viento en popa hasta que un día, sin saber exactamente cómo, se ahoga en un vaso de agua. Siente la necesidad de retirarse del mundanal ruido y se encierra en su habitación a meditar. Al salir, nace un hombre nuevo, esta vez a principios de primavera. Un hombre que abandona la natación, repudia de sus estudios, se proclama autodidacta, se echa novia, se va de vacaciones, conoce gente, degusta el alcohol, se aficiona a los quesos manchegos y se libra del servicio militar a base de insistir sobre su alto nivel de colesterol.

Se convence de que su futuro está en la letra impresa, hasta que una vieja guitarra cae en sus manos. Con lo poco que sabe rascarla, le salen un par de canciones preciosas. La tercera ya es una maravilla. Se pasa dos o tres años mirando la televisión en un piso de las afueras de la ciudad, donde acude toda la intelectualidad maldita del momento, al tiempo que, en sus ratos libres, trabaja en el ramo de la confección.

Pero lo que de verdad importa son esos pequeños trozos de papel que se van llenando de notas y acordes, auténticas semillas para futuras composiciones. Y así, ni corto ni perezoso, se presenta con un ramillete de cancioncillas a un festival de jóvenes cantautores que se celebra muy lejos de su ciudad natal. Lo gana de calle y sus amigos lo celebran con jolgorio. Saca su primer L.P. y todo el país se conmociona.

Empieza a actuar en directo e influye en la moral de toda una generación. Tras verse aclamado por multitudes y apabullado por las instituciones, que lo vetan y le censuran en numerosas ocasiones por actitudes obscenas, Albert Pla i Álvarez decide declarar su amor a una princesa a la que, si el rey se lo permite, convertir  proximamente en su esposa. Es una cuestión de amor de la que no nos podemos sustraer.

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