domingo, 23 de septiembre de 2012

Mini-crítica del mediometraje "La era del ñandú"

La era del ñandú (Carlos Sorin, 1986) es el típico falso documental que no llega a la genialidad de Zelig (Woody Allen, 1983) y que archivaremos en el disco duro de nuestro cerebro en la misma categoría que Forgotten Silver (La verdadera historia del cine, Kosta Botes y Peter Jackson, 1995) y Opération lune (Operación luna, William Karel, 2002). ¿Debería meter también en esta clasificación a Ebu Gogo (2012) del prometedor director español Joshué Guerrero (véase este post)?


Este tipo de películas es difícil saber con qué intención están hechas, normalmente suelen incluir una parte de mera intención lúdica (quedarse con el público), así como una parte de crítica social. Por tanto, es difícil arriesgarse a interpretar qué quería decir el cineasta al realizar este mockumentary pero me atrevería a aventurar que, aparte de la sana diversión, puede incluir una crítica a lo que Beatriz Preciado llama la sociedad farmaco-pornográfica, en este caso en su vertiente farmacológica, por cómo en la película la población (cualquiera, pero tal vez la argentina sea más proclive a esto) está dispuesta a autoadministrarse cualquier droga, sin saber bien qué efectos tiene, con tal de que los medios de comunicación canten sus virtudes. Por otro lado, la película se adelanta a Forgotten Silver en el sentido de que en ambas cintas se reescribe la historia y se muestra un país (curiosamente, en ambos casos austral, pues en la otra se trata de Nueva Zelanda) en realidad lejano de los centros de producción y de ciencia, que en la ficción realista se muestra como puntero.

Con este mediometraje completo mi objetivo de ver la filmografía completa del director argenitno Carlos Sorin (con la excepción de algunos cortos y programas de televisión que me ha sido imposible encontrar)

Ficha en IMDb: http://www.imdb.com/title/tt0091013/
Ficha en filmaffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film445224.html

1 comentario:

  1. No sé por qué "no llega a la genialidad de Zelig", ¿será porque no la firma Woody Allen? Zelig jamás puede tomarse en serio como documental, porque desde el comienzo el espectador sabe que es una ficción filmada por el egocéntrico director que es, además, protagonista de la película.
    "La era del ñandú" fue proyectada en un horario en el que se emitían documentales, sin aviso de que lo que se estaba viendo era falso. El juego con la medicación apócrifa resonaba al espectador argentino por el caso de la crotoxina, que había tomado gran relevancia en los medios de comunicación pocos años antes.

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