jueves, 6 de septiembre de 2012

Crítica de "Kuroi ame"

Kuroi ame (Lluvia negra, 1989) es una durísima reflexión acerca de la bomba atómica de Hiroshima y los efectos (tanto médicos como psicológicos y de otro tipo) que causó en la población japonesa no sólo en ese mismo momento, sino en los años que siguieron. El título de la película se refiere a la lluvia tóxica de color negro que cayó sobre Hiroshima minutos después de la explosión de la bomba y que cae, entre otra mucha gente, sobre el cuerpo de la protagonista, Yasuko.

Momento del film que más inquieta al público femenino: cuando se le cae el pelo a Yasuko por la radiación
La película tiene momentos distendidos, incluso graciosos, pero en los momentos en los que los protagonistas recuerdan el día fatídico, ningún espectador puede por menos que estremecerse ante los relatos de estos personajes, que, si bien son ficticios, sabemos por otras fuentes que todo lo que en la película se cuenta es rigurosamente cierto. En concreto, aparte de numerosas alusiones al día de la bomba, hay dos momentos en los que la cinta muestra ese día: al inicio de la película, cuando se muestra directamente los sucesos acaecidos, y, después, en un flash-back, cuando Shigematzu recuerda lo sucedido. Los personajes recuerdan el hecho una y otra vez, les ha impactado y marcado sus vidas, y se preguntan por los detalles: "¿Realmente los estadounidenses lanzaron las bombas para acabar antes con la guerra? ¿Por qué dos y no una? ¿Por qué ocurrió en Hiroshima y no en Tokio?". Las imágenes del día de los sucesos son muy realistas, con esas personas que más parecen espectros, con la carne caída a girones, deambulando por las calles de la ciudad sin rumbo mientras piden agua. Esas imágenes tan duras me recordaron al cómic Hadashi no Gen (Gen descalzo, de Keiji Nakazawa, retitulado comercialmente Hiroshima en España en una maniobra comercial de lo más estúpido). Sin embargo, a otros espectadores esas imágenes de espectros andantes les resultaron risibles (me imagino que no opinarían así si hubieran estado allí).

Es este un tema que desde pequeño me ha interesado y siempre he pensado que no se ha reflejado tanto en el cine como el otro gran desastre provocado por la II Guerra Mundial: el holocausto judío, quizá porque la industria estadounidense no se ha encargado de recordárnoslo hasta la saciedad, como ha hecho con el otro caso. También de pequeño, cuando me enteré de este desastre, me conmocionó el hecho de que las secuelas de un ataque (o accidente) nuclear puedan llegar a durar tanto e incluso a transmitirse de generación en generación. Por último, también desde pequeño tuve la intuición de que no iba a haber más ataques con bombas atómicas, porque el simple hecho de tener ese arma iba a disuadir a cualquier otro ejército de atacar determinado país. Supongo que los norteamericanos tenían claro lo que estaban haciendo y sus consecuencias cuando tomaron la decisión de enviar dos (¡DOS!) bombas contra Hiroshima y Nagasaki pero, en mi opinión, ese momento marcó un hito histórico en el sentido de que su destrucción fue mucho más inhumana e injusta que la que podría provocar la mayor de las guerras convencionales, en el sentido de que afectó por igual a niños, ancianos, y que sus resultados fueron mucho más devastadores que los de la peor de las armas convencionales.

La mayor parte de la cinta no trata del mismo día de la bomba, sino de la vida de los que la sufrieron años después. Obviamente, y aunque muchos sufrieron las consecuencias de la radiación años después, no están todo el tiempo tristes recordando el evento, sino que siguen sus vidas normales, plantan sus plantas (rociadas por la radiación), comen, hacen bromas, disfrutan de la vida... Esto a algunos espectadores también les pareció banal pero a mí me parece que lidia muy bien con el hecho de vivir con una realidad tan fuerte a tus espaldas.

La fotografía en blanco y negro logra replicar tan bien el tono de los filmes clásicos japoneses de los 50 que cuando me enteré de que esta película era de finales de la década de los años 80, me costó creerlo. La película tiene un marcado tono costumbrista y realista, sin embargo hay dos momentos que, deliberadamente, no lo son: el momento en el que el loco novio de Yasuko cuenta sus recuerdos sobre la guerra y un foco le apunta directamente al rostro, aunque él se mueva, y la estilizada, manierista y bellísima secuencia en la que Yasuko, poco antes de morir, ve una carpa enorme saltar un montón de veces en el río. Esto puede tener un significado simbólico de que aunque muchos seres humanos afectados por la radiación mueren en esa época, unos cinco años después del estallido, el río, tan afectado por la contaminación radiactiva, se ha por fin depurado y permite de nuevo la vida, se inicia el ciclo de la naturaleza, esa naturaleza tan presente en el film y a la que tanto dañó la guerra atómica.

En definitiva, una película sobre el desastre nuclear que interesará a todo aquel con interés en Japón, en la historia reciente o en el buen cine.


Sobre esta película, C. Aguilar (2009) ha afirmado: "Una de las películas más prestigiosas y aclamadas de Imamura (...). Impresiona y produce admiración, sobre todo por apartarse tanto del victimismo como de la demagogia o los resentimientos políticos y humanitarios. Lo que no significa que carezca de la sempiterna farragosidad de la filmografía de su autor: tods sus película quedarían perfectas de suprimirse una media hora".

Por su parte, el equipo dirigido por L. Maltin (2011) le da tres estrellas sobre un total de cuatro y la califica de "somber, restrained, nd very moving story detailing five years in the life of a family which survived Hiroshima, and the ways their bodies and souls are poisoned by the fallout -or 'black rain'. A quietly observant character study with a number of hunting black and white images".

Ficha en IMDb: http://www.imdb.com/title/tt0097694/
Ficha en filmaffinity: http://www.filmaffinity.com/es/film255090.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario