martes, 20 de agosto de 2019

"Le ballon rouge", el pensamiento mágico aplicado al cine

Le ballon rouge (El globo rojo, 1959), dirigida por Albert Lamorisse y protagonizada por su hijo Pascal y un globo, es una película juguetona, delicada y deliciosa que conecta el cine con la magia y, por tanto, nos devuelve a nuestra infancia. La cinta demuestra que el modo en que actúa el cine es muy similar a cómo piensa un niño y, por tanto, pensar en cine debería ser utilizar el pensamiento mágico, es decir, pensar y actuar como cuando éramos niños. Lamentablemente, esto muchas veces se olvida.


Recuerdo que la primera vez que vi esta película simplemente me dejé llevar por su encanto y solo ahora, en un segundo visionado, me pongo a preguntarme cómo se hizo tal o cual secuencia, lo cual en el fondo no tiene la más mínima importancia. Lo importante es que Lamorisse consigue una película maravillosa (y aquí el término está mejor utilizado que nunca) sin prácticamente diálogos, en una cinta que juega básicamente con dos elementos: el technicolor y los trucos con los que se logra que el globo cobre vida. Es curioso que esta cinta obtuviera el Oscar al mejor guion y, de hecho, es hasta el momento el único cortometraje que lo ha obtenido, cuando para mí el mérito de esta cinta no está, ni mucho menos, en lo escrito, sino en la realización. Se trata quizá de una de las películas que mejor exponen lo que los críticos de Cahiers du Cinéma llaman la “puesta en escena”, nada que ver con el guion y, sin embargo, los norteamericanos, en ciertas cosas tan admiradores de los franceses, no lo supieron apreciar en esta ocasión.

Me llama la atención que en su texto “Las gafas de Parménides” un crítico tan afrancesado como José Luis Guarner criticara a Albert Lamorisse (cuya vida merecería un biopic, pues murió filmando un documental en Irak e inventó el famoso juego de mesa Risk), que, en mi opinión, lleva los postulados de Cahiers du Cinéma a su quinta esencia.

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