¡Cómo me gustaría vivir en Filipinas y ser el que les clava los clavos a los que crucifican en Semana Santa! En caso contrario, podría ser policía antidisturbios. En cualquiera de los dos casos, la sociedad me daría permiso para sacar a relucir mis tendencias sádicas sin ninguna repercusión indeseada.
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