Hilo
musical (Alpha Decay), la primera novela del prometedor escritor barcelonés Miqui Otero, nos
devuelve a la época en la que vimos por primera vez películas como “Los
Goonies” (“The Goonies”, Richard Donner, 1985) o “Cuenta conmigo” (“Stand by
Me”, Rob Reiner (1986) o al cine de Steven Spielberg y Robert Zemekis, época y estilo que ha sido rescatada en el cine recientemente, precisamente por dos directores catalanes: Pau Freixas (Héroes, 2010) y Paco Plaza (Cuento de Navidad, 2005, parte de la nunca emitida serie de televisión Películas para no dormir).
Tras
leerlo dos veces, puedo decir que se trata de un libro interesante, agridulce, con
una estructura narrativa muy sólida (en este sentido se le aprecia la
influencia de Eduardo Mendoza) y que cuenta con pasajes trepidantes y mucho
humor, además de estar narrado con un lenguaje tan brillante como la moneda de
la que se habla en el libro.
La
novela trata varios temas, como la condición del hijo de emigrantes que sólo
regresa al terruño de sus ancestros una vez al año o la banalización de la
música pop en las últimas décadas, pero los dos asuntos principales del libro
son, sin duda, el descubrimiento del amor y la dicotomía viejo-joven, dos
conceptos que al fin y al cabo son muy relativos y que dependen del punto de
vista del que se trate.
En este
aspecto, no me queda muy claro qué es el protagonista de la obra, al que el
autor denomina “viejoven”: si se trata un chavalín prematuramente avejentado o, por
el contrario, de esta gente cuarentona que se empeña en vestir como si aún
tuviese quince años. En todo caso, parece que Otero no deja muy claro este
`particular para que podamos hacernos cada uno nuestra propia idea. Sin ir más lejos yo creo que de pequeño era del primer tipo y ahora pertenezco al segundo.
En todo
caso, se trata de una novela que hace pasar al lector por un proceso de
iniciación: toda una experiencia, lo cual no quiere decir que se trate de un
libro denso, sino todo lo contario, de una obra ágil que se lee en dos patadas,
sobre todo gracias a la multitud de chistes, juegos de palabras y de lógica y
anécdotas (muchas de ellas personales del autor y sus amigos) con las que Miqui
Otero salpica su obra.
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