El otro día, al terminar mi show me dice una chica que estaba entre el público: “¡Te he pillado! Has dicho frases repetidas. Ya las había escuchado”. ¡Y eso que solo las había dicho una vez! Como os imagináis, todos nosotros, los que nos ponemos alguna vez de cara al público, ensayamos primero, aunque sea ante el espejo, y probamos si lo que escribimos sobre el papel o en la pantalla de un ordenador funciona ante el público. En realidad, ella había sido afortunada en este sentido: eran casi primicias, mientras que otras de mis frases las he dicho en público un montón de veces. Creo que ningún humorista o poeta es capaz de inventar material 100% nuevo para cada evento en particular. No sé de dónde viene esa exigencia, porque, por ejemplo, nadie espera
que un grupo de música toque un repertorio totalmente nuevo cada vez que
actúa.
Pero es curiosa esa forma de pensar, porque yo de pequeño pensaba igual: pensaba que los chistosos se inventaban los chistes en el momento y no los tenían preparados. Uno de mis ídolos de adolescencia era (y aun lo sigue siendo) Antón Reixa y resulta que me coincidió ver dos conciertos de su banda de los 80, Os Resentidos, de la misma gira, y me llevé una gran decepción al ver que entre canción y canción dijo en las dos ocasiones exactamente los mismos chistes.
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