lunes, 1 de abril de 2013

"Días de pesca en Patagonia": vuelve el mejor Sorin

Carlos Sorin es, sin duda, uno de mis directores favoritos. Sus película me encantan por su tono humanista y porque tienen una gran dosis de realidad, algo que logra utilizando actores no profesionales y unos guiones que destacan a la vez por su realismo y por lo común de los problemas que presenta, que no por comunes dejan de ser los grandes problemas de todos y cadas uno de nosotros.


Parece que con Días de pesca en Patagonia Sorin se ha recuparado del bache que supuso su incursión en el cine psicológico de trama hitchcockiana, con El gato desaparece (2001) y vuelve a sus historias cotidianas (¿o no tan cotidianas?) de gente normal (¿o mejor diríamos de héroes anónimos?), el Sorin bueno, el de Historias mínimas, Bombón (El perro) y El camino de San Diego.

La película nos muestra la odisea de un hombre divorciado que ha perdido el contacto con su hija que decide dar un vuelco a su vida y, como uno de sus nuevos propósitos, recuperar el contacto con ella, así que se dirige a la lejana Patagonia desde Buenos Aires para encontrarla. De paso, aprovecha para aprender a pescar tiburones. Como suele pasar en las películas de Sorin, en el proceso se encuentra con todo tipo de gente. Algunos se los volverá a encontrar, otros sólo aparecen una vez en su vida, pero todos le ayudan a comprender mejor el mundo en que vivimos, la belleza de éste, y le dan ánimos para seguir su destino.

Como también suele se el caso en los filmds de Sorin, Días de pesca en Patagonia cuenta con una espectacular fotografía, en este caso a cargo de Julián Azpeteguia, director de fotografía también de las dos anteriores películas de Sorin. Es curioso cómo este esteticismo no sólo no afecta a la credibilidad de las historias cotidianas que cuenta Sorin, sino que más bien hace el efecto contrario, aparte de haberse convertido en una seña de identidad de su cine: esas panorámicas de carreteras en las inmensas llanuras argentinas ya son el sello Sorin.

De los actores, como ya he mencionado al principio de esta crítica, cabe destacar la combinación de actores profesionales con otros que hacen prácticamente de sí mismos. Curiosamente, esta mezcla de estilos actoriales tampoco hace que se resienta la cinta, sino que, por el contrario, le da una gran dosis de realidad.

En definitiva, se trata de una película que les recomiendo a todos.

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