San Benedicto pertenece a un grupo de santo del que todavía no hemos hablado en esta sección y que los franceses llaman "les incorruptibles", se trata de santos que al morir aparentemente no se pudren e incluso huelen bien. De ahí la frase "en olor de santidad".
Lo que queda del puente de Aviñón, iniciado por San Benedicto |
San Benedicto debía de ser un santo fortachón porque su único mérito para entrar en el reducido grupo de los canonizados es que se empeñó en que se construyera un puente en Aviñón. Hasta tal punto estaba tan determinado a ello que hay testigos que lo vieron cargar la primera piedra del puente, pero no era una piedra cualquiera. Era de un tamaño y un peso descomunal, lo que hizo pensar a los testigos que tuvo que estar ayudado por la gracia divina, pues una sola persona no sería ni de coña capaz de cargar semejante armatoste.
Pero esto no era a lo que íbamos. A lo que íbamos es que años después, al morir Benedicto, lo enterraron una pequeña ermita al pie del puente. Mucho después, una riada destrozó parte del puente y la ermita y quedó la tumba de Benedicto al aire, con lo que todos pudieron comprobar que su cuerpo no solo no se había corrompido sino que, volviendo a la frase, olía a santidad, que debía ser algo parecido a una mezcla de perfume pachulí y aroma de rosas.
Esto nos da pie a una serie de artículos sobre todos esos mencionados "incorruptibles", pero ya será en otra ocasión.
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