Estoy harto de mi novia, pero está tan enamorada de mí que... no sé... ¿Cómo se lo digo? ¿Cómo le digo que ya no la quiero? Bueno, en realidad no sé si nunca la he querido, pero en fin... ahora eso no es lo importante. Ahora lo importante es decírselo, pero ¿cómo?
¡Ya sé! Cuando me diga alguno de sus típicos comentarios egoístas le diré la frase:
- Es que no piensas en dos personas.
Eso funcionará. Aunque, en fin, no es que yo lo haga, para ser sincero. No soy precisamente la persona menos egoísta del mundo. Yo solo pienso en mí mismo.
¡Ya está! Le haré algún reproche y cuando ella conteste le diré:
- Estoy harto de tus reproches.
En fin, tampoco tengo que pensarlo mucho, porque los reproches se me dan muy bien. "Fíjate bien cuando pienses que te estás hundiendo: quizás hagas pie". Bueno, yo siempre hago pie. Tal vez ese sea mi problema.
¿Qué hago? ¿Lo dejo o no lo dejo? ¿Lo dejo... o no... lo dejo?
(Este relato ganó el concurso semanal de microficción del bar Aleatorio de Madrid).
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