domingo, 4 de mayo de 2014

Documenta. Día 4. Comienza "Focus on Directors"

Decido no ir a la clase magistral de Fernand Melgar por la mañana y me quedo en la cama. Mi amigo Sixto Cid me dice que ha estado muy bien. Me arrepiento, pero... en fin... ¡no se puede ir a todo!

Para compensar, empiezo por ver Album de famille (1993), el primer film de Melgar, en el que bucea en su relación con sus padres, en su doble condición de español y suizo, en su decisión de naturalizarse y en la vida del emigrante en Suiza, yendo con sus padres a buscar los lugares de Andalucía donde se habían tomado fotos de jóvenes. La película me encanta. Encuentro en ella algo que no está presente en sus siguientes películas: una faceta estética, de la belleza por la belleza. Magníficos travellings, gran fotografía, música, entrevistas, todo lo que se ha negado a hacer después. Le pregunto por ello en el turno de preguntas y respuestas y dice que, desde su punto de vista, sus películas posteriores son mucho más bonitas que ésta. La película, al igual que las otras de la sesión retrospectiva (y en general todos los coloquios con directores en el festival) crean mucha participación del público, que se interesan por la situación de los emigrantes en Suiza y, en especial, comparan la situación de los inmigrantes en el país alpino con el nuestro.

Fernand Melgar y Laura G. Vaquero durante el coloquio de "Album de famille"

A continuación me dirijo hasta el cine Doré para ver mis dos primeras películas del ciclo Focus on Directors, que empieza hoy y en el que me voy a centrar a partir de ahora: Che strano chiamarsi Federico (Ettore Scola, 2012) y el diario fílmico Outtakes from the Life of a Happy Man, especie de autobiografía fílmica del director lituano-norteamericano Jonas Mekas.

El ciclo parte de una gran idea. Consiste en mostrar documentales recientes sobre algún cineasta destacado junto con las obras clásicas de estos directores. Creo que así, viéndolas juntas, se puede comprender mejor su cine.

De las dos películas, la que más me gusta es Che strano chiamarsi Federico, en la que el director italiano recrea la vida de uno de los más importantes directores de la cinematografía italiana y su amigo íntimo. El modo en que lo hace resulta destacable, ya que no se limita a ser la típica biopic, la típica recreación con actores (algo que, en principio, como he dicho en la crónica de ayer, no me gusta), sino que parte de premisas más complejas. Para empezar, hay dos tipos de recreaciones: unas en blanco y negro con un narrador-fantasma y otras en color ante decorados que se notan falsos, de cartón piedra, como de una Roma recreada en una Cinecittà que deja ver sus costuras. Por otro lado, Scola utiliza imágenes documentales y lo que parecen ser descartes del Casanova de Fellini que le dan mucha más verdad a la cinta, que acaba con un carrusel de fragmentos míticos del director de Rimini,  del que, si bien no he visto toda su filmografía, me doy cuenta de la cantidad de momentos míticos que ha dado al cine y que han quedado en nuestro imaginario colectivo. En definitiva, una película que recomiendo.

De momento, esta edición de DocumentaMadrid está resultando todo un éxito, tanto por la calidad de las películas exhibidas como por la cantidad de público que acude a las sesiones y su participación.

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