Aquel atardecer, X decidió dar un paseo junto al mar, o tal vez fuera en pleno Madrid. Los atardeceres siempre le producían una nostalgia casi inexplicable. Pensó en su mamá. La extrañaba. Decidió que su vida iba a dar un cambio, un giro copernicano, un giro de 180 grados. Bueno, eso no, porque significaría volver atrás, pero la cuestión es que había decidido tomar otra dirección, tenía que darle a su vida un golpe de timón.
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