Me he enterado de buena tinta que Kenny G en realidad no tocaba el saxo en sus discos. Era el Milli Vanilli del jazz ligero.
Por si fuera poco, resulta que se lo monta con bebés gorilas muertos. Es pedófilo, zoofílico y, encima, necrófilo.
Detrás de esa cara de inocentón se esconde un monstruo.
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