Todo aquel que me conoce sabe que soy una persona muy musical y cantarina. Digamos que soy más musical que literario, aunque siempre me han gustado las letras.
Tras esta introducción, entro en materia: el recuerdo de hoy es de ni más ni menos que de primero de Primaria, pero me acuerdo como si fuera ayer, para que luego digan.
La profesora (la "señu", como decíamos nosotros) nos torturaba con ese castigo que tanto les encanta a los maestros: hacernos leer por turnos. Y lo que venía en el libro de texto era la letra de la famosa canción infantil "Vamos a contar mentiras". Me manda leer a mí y empiezo a hacerlo, pero al cabo de un par de palabras me sale la melodía y en vez de leer, me pongo a cantar.
- ¡Lee, no cantes! - me grita la bruja de la profe.
Lo vuelvo a intentar, pero es que es superior a mis fuerzas, la melodía se apodera de mí y me vuelve a salir el soniquete de la canción infantil.
- ¡Que leas, no cantes!
Total, que tras varias veces gritándome así, me hizo llorar. No sé qué grandísimo delito debe ser cantar en vez de leer, sobre todo cuando estaba diciendo las palabras correctas. No recuerdo el nombre de la profe ni sé si esta viva todavía. Solo espero que si está muerta arda en el infierno por los siglos de los siglos amén y, sino, que no tarde en hacerlo.
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