viernes, 4 de septiembre de 2015

Hoy con... Adolino Campo

Este "Hoy con..." es muy especial para mí. No se trata de un retrato cualquiera, sino de nada menos que Adolino Campo Rubiás, el hermano de mi abuela, que luchó en la Guerra Civil Española. Tiene 97 años y fue de la llamada "Quinta del Biberón", los más jóvenes que se incorporaron a la contienda. No creo que queden vivos muchos más combatientes de este conflicto armado. No es un héroe pero merece respeto.


Un poquito refunfuñón, pero muy cariñoso, recuerdo que cuando yo era pequeño estábamos siempre con él. Me gustaría saber por qué nunca se casó. A su edad, Lino, como se llamamos su familia, todavía se hace la comida todos los días, así como la mayoría de las tareas de la casa.

Le encanta contar historias y anécdotas, pero nunca me ha permitido que le grabe contándome batallitas de la guerra. Aun así, voy a hacer un poquito de trampa y contar algunas de ellas aquí. Me contó que su batallón tuvo que recorrer Aragón entero a pie en dos ocasiones, tras una primera retirada. En muchas ocasiones tuvieron que dormir al raso sobre la nieve. También me contó que una vez les disparó su propia aviación.

Otra historia se enmarca cuando Lino estaba limpiando su arma y le saltó a la cara un trozo de metralla. Tuvo que estar unos días en el hospital pero, al salir, decidió no volver a su puesto sino irse a casa, a Lugo. Tras bastante tiempo, un día fue a acompañar a un amigo a la estación de tren y (¡horror!) ahí vio a su sargento, que también era de la misma ciudad, y le preguntó cuándo regresaba al frente (sin hacer alusión al hecho de que había estado ausente tanto tiempo). Él respondió que al día siguiente. A todo esto, le tuvo que preguntar dónde estaba el batallón, lo cual ya lo delataba. Llegó a la posición temeroso de enfrentarse a un fusilamiento, cárcel u otro castigo por deserción. Sus compañeros le dijeron "¡La has armado!" e informaron al superior: "Campo está aquí". Este tan solo dijo: "Que se reincorpore a su antiguo puesto". Se salvó de una buena.

Desde estas líneas, dedico un afectuoso abrazo a mi tío-abuelo.

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