Estoy en el portal con la bici y una pareja llama al portero para entrar. Cuando entran me empiezan:
- Pasa, pasa.
(Yo no había hecho ademán ni de entrar ni de salir, como buen gallego).
- No, gracias.
- No, pasa, pasa - repiten amables. ¿Si no quién te va a abrir la puerta?
(La puerta se abre hacia dentro, así que, en todo caso, tendrían que entrar si realmente quisieran sujetármela).
Ya un poco harto, decido salir. Iba a salir un minutito más tarde, igualmente, y mientras salgo no sé por qué digo:
- Pues para sujetármela tienen que pasar ustedes.
Y me responde la tía con tono irónico.
- ¡De nada, eh!
Una amabilidad que es al mismo tiempo bordería. Creo que es la primera vez que la experimento.
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