miércoles, 31 de julio de 2013

"Brief Encounter": las apariencias contra la pasión

Veo por cuarta vez Brief Encounter (Breve encuentro, David Lean, 1945), una de mis películas favoritas. Por fin me decido, ya que quiero escribir sobre ella desde hace tiempo pero, no sé por qué, vez tras vez la había ido dejando.

Se trata de una cinta que no se entiende bien la primera vez que se ve. Es de ese tipo de películas que, como Memento (Christopher Nolan, 2000) hay que ver al menos dos veces.


He de decir que nunca he leído ni visto representada la obra de teatro de Noël Coward en la que está basada la película, pero me imagino que debe ser bastante fiel, pues el productor de la versión cinematográfica es el propio Coward. Espero que esto cambie en breve.

También hay que mencionar el hecho de que este título figura en las listas de lo que los anglosajones llaman "chick flicks" (pelis para tías), lo cual comento a título anecdótico, ya que no creo que esta circunstancia añada ni quite nada a la calidad de la película.

La cinta es una crítica a la sociedad británica, aun hoy tan victoriana, y en general a la sociedad supuestamente "civilizada", que en realidad lo que logra es que uno no pueda expresar sus sentimientos, en la película encarnada en las figuras de las vecinas chismosas: la que va con la protagonista en el tren y las que se encuentra cuando, en su última cita con Alec, almuerzan con champaña. El momento en que esto queda más claro es cuando la vecina pesada aparece en escena, robando a la pareja de enamorados sus últimos y preciosos minutos y ella dice para sus adentros: "Alec se comportó tan maravillosamente. Nadie podría imaginar lo que realmente estaba sintiendo", como si la forma británica, o civilizada, de comportarse fuera nunca mostrar los sentimientos de uno.

Portada de la obra de teatro en la que está basada la película

(¡Atención! A partir de este momento hay spoilers)

Decía al principio de este texto que la película hay que verlas dos veces y es que si no no se entiende por qué Laura abandona a la vecina cotilla al principio de la cinta, en una escena que es repetida al final, ahora ya con sentido (¿en un último intento de ver a Alec o para suicidarse?), pero que sólo en un segundo visionado entendemos en plenitud. Tampoco entendemos la importancia que tiene que la palabra que el marido busque para completar su crucigrama sea "romance", pues esto es precisamente lo que vivió con Alec, y por qué llora cuando él le propone ir al cine, ya que esto es precisamente lo que hacía con Alec. Por último, la música que oye en la tranquilidad de su hogar familiar también le recuerda a la aventura pasada con su amante fugaz.

Cada vez me doy más cuenta de que en el cine todo ocurre por contraste: notamos cuando hay música si durante un rato no la hay; notamos que el ritmo del montaje es rápido si durante un tiempo ha sido lento o viceversa, etc. En ese sentido, en esta película Lean logra algo magistral: durante casi toda la película la planificación es tan sencilla y convencional que no nos damos cuenta de que estamos viendo una película, es como si rodara la obra de teatro con la excepción de que algunas escenas están tomadas en exteriores. La única excepción a esto es cuando Alec le habla por primera vez de la pasión que siente por su trabajo a Laura. En ese momento, la cámara se acerca a Alec hasta un primer plano. Es el único momento en que tenemos constancia durante toda la primera parte de la obra de que "hay" una cámara ahí, y porque es un momento muy importante en la película, dado que entendemos de que es ahí cuando ella se enamora de él.


Pero hay un momento en que esta naturalidad se rompe y es cuando, hacia el final de la película, Laura escucha el pitido del tren expreso (por cierto, el tratamiento del sonido es muy importante en esta película y siempre se oyen trenes en los momentos claves de la cinta: dos veces cuando se besan Alec y Laura y una cuando Alec se va definitivamente), la iluminación cambia y la cámara pierde la horizontalidad, en un recurso que no había visto hasta el momento en que la vi por primera vez y tampoco he visto desde entonces y que me parece un logro notable del director. Por medio de él, una película muy teatral se convierte en algo 100% cinematográfico.

Los actores me parece que están perfectos, la actriz protagonista (Celia Johnson) me parece un pelín sobreactuada, pero le va muy bien a ese personaje que tan bien refleja la aparente perfección de la mujer británica. Además, está muy bien caracterizada, de modo que en sus sueños parece mucho más joven de lo que parece en la mayor parte de la película, mientras que al final y al principio de la película, cuando está con su esposo y de vuelta a sus rutinarias preocupaciones, parece mucho mayor y mucho menos atractiva, con las líneas de su ceño bien marcadas.

Espero que estas líneas sirvan para animar a alguien a que vea esta obra maestra del cine británico y mundial de todos los tiempos y piense un poquito sobre ella.

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