viernes, 29 de enero de 2016

Crítica de "Furtivos": Furtivos del mal

Viendo por segunda vez –tras muchos años- Furtivos (1975), de José Luis Borau, me doy cuenta de que esta película forma, con La caza (1966) de Carlos Saura, un díptico sobre la esencia española y sobre su Guerra Civil. Las concomitancias empiezan, obviamente, por el título, pero no se quedan ahí. Ambos films nos presentan metáforas del conjunto de España a escala, con un número reducido de personajes. Además, curiosamente, cada una de ellas contó con un guionista que luego se convertiría en un importante director por derecho propio: Manuel Gutiérrez Aragón en el caso de Furtivos y Angelino Fons en el de La caza.

Centrándonos ya en la película que nos ocupa y volviendo al título, me llama la atención que la palabra que le da nombre esté en plural, pues en realidad el único cazador furtivo que aparece en la cinta es su protagonista, Ángel. ¿Quiénes son, entonces, los “furtivos”? ¿Los amantes (Ángel y Milagros)? ¿O acaso lo son los todos los demás, empezando por el hermano de leche del personaje principal, el gobernador civil, precisamente encarnado por el propio Borau?

Estupedo cartel, realizado por Iván Zulueta

Según esta lectura, mi preferida, Ángel es el único personaje bueno en una sociedad podrida (representada por todo un abanico de personajes: desde la madre hasta Milagros, pasando por los guardas forestales), en la que todos le quieren llevar por el camino de la legalidad, del sistema, que, paradójicamente, es el más inmoral de todos.

¡Atención! ¡A partir de ahora esta crítica contiene spoilers! El que todavía no la haya visto que no siga leyendo.

Esta lectura nos habla de la desigual lucha de un individuo inocente contra una sociedad inmoral, perversa, monstruosa y deshumanizadora, tema principal de la literatura de Franz Kafka y del cine de Roman Polanski, entre otros, y queda patente en el final de la obra, cuando el gobernador civil obliga al furtivo a convertirse en guardia forestal, es decir, a que pase por el aro y acepte las servidumbres de la podrida sociedad.

El reparto resulta el ideal, en especial una grandísima Lola Gaos. Es una pena que esta película, como todo el cine de la época, esté doblada, y que tan solo Gaos tenga su voz real. En cualquier caso, todos los actores realizan magníficas actuaciones, incluido el propio Borau, que interpreta al gobernador civil.

Una película que nos habla de la España brutal, la de los campesinos que se pelean de Goya, una pintura tan brutal como todo este film y su gemelo: La caza.

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