viernes, 13 de junio de 2014

Crítica de "To Be Or Not To Be"

Publico a continuación otro de los trabajos que nos encargaron en el curso de crítica de Caimán y la ECAM. De nuevo, gracias por sus sugerencias a Juanma Ruiz, Jara Yáñez y Carlos Escolano.

Una risa rota


¿Por qué las películas de Ernst Lubitsch hacen reír? Es una pregunta difícil de responder. Mucho se ha hablado y escrito sobre el famoso “toque Lubitsch” y hay que empezar por decir que algunas de sus películas, y en especial Ser o no ser (To Be Or Not To Be, 1942), no tuvieron mucho éxito en su día, quizá porque el público pensó que hacer chistes a costa del nazismo no era gracioso (algo similar le pasó a Chaplin con su The Great Dictator [El gran dictador, 1940]). Hoy en día, acostumbrados a Borat y a Muchachada Nui, tal vez sí nos provoque la risa histérica que debía causar en su momento.


Algo que tienen todas las películas de Ernst Lubitsch es que al principio presentan las reglas de su juego: muestran sus cartas y, aun así, todas logran sorprender al espectador. ¿Cómo lo hacen? Jugando con las expectativas de un público acostumbrado a los enredos de las comedias hollywoodienses, pero siempre yendo un poco más allá, burlándose de él, driblándolo.

Las reglas de cada película de Lubistch son diferentes (el caso más radical tal vez sea en una de sus películas mudas, Die Puppe, cuando el propio director aparece en escena y monta un teatrillo con unos muñecos del que surgirá la película propiamente dicha). En el caso que nos ocupa ahora, el equivalente al teatrillo sería una Varsovia de cartón piedra realizada en estudio (y no por falta de medios, Lubitsch lo quiere así). A continuación vemos los nombres de los tenderos polacos, todos acabados en “-insky” y… adivinen cuál es el primero. Pues sí, “Lubinsky”. Ahí tenemos de nuevo la firma del autor, siempre jugando con nosotros, espectadores.

Otra constante del cine de Lubitsch es el juego a la ambigüedad durante largos tramos de una película, hasta un momento en que los personajes muestran sus verdaderos sentimientos y pretensiones. Mucho ha sido comentado este hecho en relación con Angel (1937), pero también es parte clave de otra de las cintas más importantes para conocer la poética del cineasta, The Shop Around the Corner (El bazar de las sorpresas, 1940), y muchas otras. En To Be Or Not To Be, Maria Tura (Carole Lombard) se nos muestra desde el principio como una figura ambigua, pues, pese a sus devaneos, nos da la sensación, como espectadores, que en algún momento se va a redimir de su infidelidad crónica. Sólo al final de la cinta se deduce la verdad cuando, en el famoso monólogo hamletiano interpretado por su marido, que servía para avisar a su amante del momento del encuentro, marido y amante se sorprenden de haber sido ambos engañados por un tercero con el mismo viejo truco.

¿Bronski da o no da el pego?

Otra cosa que hace a menudo Lubitsch es desprestigiar a un personaje indirectamente. Así sucede con los soldados alemanes cuando Bronski (Tom Dugan), un actor mediocre (al que hasta una niña reconoce cuando sale a las calles de Varsova disfrazado de Hitler) les ordena que se tiren por la puerta del avión (también de cartón-piedra) y estos lo hacen.

Han tenido que pasar 70 años para que esta película nos produzca lo que probablemente el director quería provocar: una risa rota.

Crítica de la edición en DVD de "Repulsión"

A continuación publico otra tarea del curso de crítica de la ECAM y Caimán. Se trataba de valorar una edición en DVD de una película.


Repulsión (Repulsion)

Roman Polanski
Reino Unido, 1965. 105 min. + 26 min. (extras)
AVALON. 11,99 €

Tras El cuchillo en el agua (1962), Avalon lanza en su subsello Filmoteca fnac el segundo largometraje del director polaco. Con esta colección, la distribuidora está haciendo un encomiable trabajo al hacer accesibles al gran público películas que anteriormente eran difíciles de conseguir en ediciones de calidad y a precios módicos. En este caso concreto, el primer film con capital británico de la filmografía de Polanski se presenta con una calidad de imagen excelente. La edición se completa con uno de los primeros cortometrajes del realizador: Ángeles caídos (Gdy spadaja anioly, 1959), el tráiler original de la película y un montaje de escenas de la cinta acompañadas por citas suyas. Lo único que quizá haya resultado menos cuidado (no en esta edición en particular, sino en todas las de la serie) es el libreto de 24 páginas que acompaña a los DVDs, pues estos se limitan a incluir fotogramas de la película, alguna instantánea del rodaje y varios carteles del estreno en diferentes países de la cinta, sin incluir el más mínimo texto crítico o, simplemente, contextualizador.

miércoles, 11 de junio de 2014

Crítica de "Snowpiercer"

El texto que publico a continuación fue la primera tarea del taller de crítica cinematográfica de la ECAM y la revista Caimán. Cuadernos de Cine, dirigido por Juanma Ruiz y Jara Yáñez, en el que estoy tomando parte. Lo publico incorporando las sugerencias de los tutores y también de Carlos Escolano. Gracias a los tres.

A toda máquina hacia ninguna parte

Siempre es de agradecer una buena película de ciencia-ficción. Y Rompenieves (Snowpiercer), dirigida por el coreano Joon-ho Bong (Memories of Murder, The Host), lo es. La trama, basada en el cómic francés Le transperceneige (creado por Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette), es sencilla: en un futuro cercano la tierra está cubierta de nieve. Tras la catástrofe tan sólo logran salvar la vida los pasajeros de un tren que no puede parar y que recorre todo el mundo a gran velocidad en un continuo bucle. Los viajeros “de tercera clase” son maltratados por las fuerzas de seguridad de este pequeño estado carcelario hasta que los miserables, liderados por Curtis (Chris Evans), deciden hacer la revolución y tratar de acceder, con la ayuda de un experto en seguridad drogadicto (Kang-ho Song), a los vagones de cabeza, donde se encuentran los ricos y poderosos y, en especial, el ideador de todo el tinglado, Wilford (Ed Harris), una especie de mago de Oz al que es dificilísimo acceder, pues no se mezcla con la “chusma”.

Cartel de la película

Lo primero que llama la atención de esta coproducción coreano-británico-estadounidense, pese a lo novedoso de su aspecto visual, es su deuda con películas que ya son clásicos del género (The Time Machine, Logan’s Run, Mad Max, Dark City, Matrix) y el hecho de contar en el reparto con John Hurt (1984 de Michael Radford) así lo demuestra.

Estas pistas nos llevan directamente a lo que quizá sea lo más interesante y llamativo de la película: su mensaje político-social, cuya lectura es clara. Estamos en un mundo en el que siempre ha habido (¿habrá?) clases sociales diferenciadas. Si, llegado el caso de revolución, un líder de las clases bajas tuviera tanto apoyo popular que lograra acercarse al auténtico poder, esto probablemente no sería visto como una subversión de las leyes eternas de las clases dentro del tren (metáfora de la sociedad actual), sino tan sólo como un mal menor, un pequeño cambio en el statu quo que hay que aceptar. El establishment lo aceptaría y ofrecería esa persona tentaciones que harían que abandonase la gente por la que inicialmente luchaba ¿Les suena familiar?

Los miserables

La fotografía de Kyung-pyo Hong, con momentos de gran belleza plástica, nos ayuda a descifrar el sentido más profundo de la película. Así, cuando los revolucionarios van pasando de un vagón a otro, en busca de la cabeza del tren sin saber con qué se van a encontrar, el diseño de la iluminación de cada vagón está planteada con un tipo de luz diferente, pasando de la oscuridad más absoluta en la que viven los desposeídos hasta la claridad total de los vagones de frente y, en especial, de la locomotora.

Por otra parte, el hecho de que haya un infiltrado del poder entre las clases bajas hace pensar en la situación política mundial actual y recuerda a una película reciente en la que también se planteaba esta situación: Promised Land de Gus Van Sant.

Portada de la edición española del cómic, editada por Bang

La tesis de la película es que prácticamente nada puede con el sistema establecido, capaz de regurgitarlo y de reciclarlo todo, a no ser que se lo destruya por completo. En este caso, sólo en la fría nieve, viviendo como ermitaño, fuera de la sociedad, podrá el ser humano volver a ser eso, humano. ¿Quién se atreve a bajarse en marcha?