lunes, 17 de febrero de 2014

Primera sesión de cortometrajes de Iván Zulueta en La Claqueta

Una vez más, nos juntaremos el próximo miércoles (12/02/2014) a las 19 horas en el Atomic Bar (C/ Barco 15. Madrid) para celebrar la obra del que, en nuestra opinión, fue uno de los cineastas más importantes del cine español, el recientemente fallecido Iván Zulueta.

Veremos los siguientes cortometrajes y mediometrajes:

- Kinkón (1971, 6')
- Te veo (3')
- Mi ego está en Babia (1974, 40')
- Hotel (15')
- Aquarium (1975, 14')
Complementos (1976, 22')
Ágata (1966, 14'): práctica de segundo curso de la Escuela Oficial de Cine

Duración total aproximada: 117 minutos. Entrada gratuita.

Cartel realizado por Iván Zulueta

Para acompañar la sesión, Laura G. Vaquero nos ha autorizado para reproducir fragmentos del artículo sobre los cortos de Zulueta que publicó en la web Blogs & Docs:

[...] Este redescubrimiento de Zulueta más allá de su obra culmen ['Arrebato' (1980)] introduce nuevas connotaciones a la consideración condicionada del realizador (y de su obra) desde el “malditismo”, una perspectiva novedosa que también se aprecia (y agradece) en Iván Z (2004), donde, junto a ese aura de desencanto que desprende el film, descubrimos a un Zulueta cotidiano y cercano. Una condición que, por cierto, el propio realizador vasco se encargó de contradecir en su momento, afirmando que “en esta etapa de diez años entre 'Al escondite' y 'Arrebato' no existía para nada malditismo. Hice lo que quería”. [...] Si bien algunas de sus piezas en súper 8 (precisamente las más conocidas) pueden incidir en la tonalidad más alucinatoria y oscura de su obra, otras nos permiten, por el contrario, reconciliarnos con un Zulueta más desenfadado y chispeante. [La de Zulueta es] una obra coherente (en cuanto a sus constantes) pero también poliédrica [con] todo tipo de elementos, desde aquellos propios de la modernidad (los iconos de la sociedad de consumo, la música moderna, los 'zooms'), a aquellos otros que aluden a un universo conscientemente desfasado y desenfadado en lo que podríamos considerar es una convivencia de referentes culturales y recursos cinematográficos de muy distinto carácter (tanto por su origen como por su consumo).

Así, ya en su primer trabajo, 'La fortuna de los Irureta' (1964), se percibe un uso indiscriminado de todo tipo de fórmulas que van desde el melodrama rural hasta la parodia y el esperpento, combinando la presencia de la familia protagonista (de aspecto y conducta exageradamente provinciana), con la aparición de hippies y hadas, acompañado todo ello de la música perteneciente a la obra teatral 'Hair' y de algunos iconos de la sociedad de consumo (una bandera estadounidense sobre una botella de Coca-Cola, por ejemplo).

Cartel de Zulueta

Si bien esta mezcla será más matizada a partir de entonces, no dejará de adoptar todo tipo de registros en sus trabajos posteriores. En algunas de sus obras los elementos oníricos, los dobles y, en otro sentido, los juegos visuales son predominantes: en 'Aquarium' (1975), un Will More encerrado en una habitación espera una llamada, tiempo durante el cual se desarrollan diversos ejercicios visuales de tipo surrealista; en el mediometraje 'Mi ego está en Babia' (1975), el fantasioso relato que More lanza sobre sus andanzas (inserto en 'off') se acompaña de imágenes que en ocasiones se contagian de esa ilusión desmesurada y en otras la contradicen; por último, en 'Tea For Two' (1978), el pintor Vicente Ameztoy persigue a una dama vestida de negro y poco después se viste de mujer mientras se insinúa a su esposa, que prepara el desayuno. En estos tres relatos la abundancia de tropos y aparentes sinsentidos afectan a una línea narrativa que, si bien no alcanza el nivel de digresión de otros trabajos suyos como 'A malgam a' (1976), sí padece los embates de una cierta imaginación desbordada.

En otro sentido, algunas partes de los 'Complementos' (1976) y la pieza 'La taquillera' (1978) nos permiten hablar de un anclaje más claro con la cultura española del franquismo, donde el esperpento, la parodia y, en otro sentido, las indirectas y sutiles referencias a la situación socio-política del país imprimen a su obra una materialidad más coyuntural de lo que quizá en un principio esperábamos. Complementos, una pieza compuesta por varias partes que imitan el espacio que acompañaba a las proyecciones en las salas de cine (anuncios publicitarios, trailers y demás), incluye una versión paródica del NO-DO (de explícito título 'NA-DA'), donde se da noticia de la agresión pergeñada al joven y desdentado Will More por parte de “nuestros queridos incontrolados”, la ultraderecha. Por su parte, 'La taquillera', protagonizada por su amiga Virginia Montenegro, nos permite acompañar a una taquillera de cine espontánea y respondona que transforma su tarea cotidiana en un enfrentamiento verbal.


Diseño de Zulueta

Como vemos, son diferentes los tonos empleados por Iván Zulueta en una obra que, como decíamos, es más diversa de lo que imaginábamos. En parte porque Zulueta, como buen aficionado al cine de terror y al musical, es capaz de crear mundos alternativos a partir de entornos y objetos cotidianos [...]. Y es justo esa hibridación la que hace que el suyo sea un tipo de cine cuya radicalidad estriba no sólo en su forma, sino también en la conciencia de proponerse como ajeno a cualquier norma externa, como un ejercicio íntimo de reconstrucción del entorno, tanto en su origen (como proyecto) como en su consumo posterior (la mayoría de sus cortometrajes no se exhibirían más que en círculos cercanos).

Sin embargo, tal y como Will More expondría, “[Zulueta] sabía que su cine iba a ser un arma política eficaz a la larga”. En una época en la que la disidencia adoptaba en su mayor parte un tono (cada vez más abiertamente) socio-político, la practicada por el realizador estaría implícita en su mismo ejercicio, entrañando un carácter enteramente endógeno. [...] Podemos llegar a la conclusión de que quizá es en el ámbito privado donde pueden ejecutarse los ejercicios más claros de radicalidad fílmica. Al menos, tal y como la definen Pérez Perucha y Ponce en su texto dedicado al cine de la Transición democrática: “…el conjunto de trabajos alejados o abiertamente ajenos a las corrientes hegemónicas dominantes”. Una radicalidad que, en el caso de los cortometrajes de Iván Zulueta, aún continúa fascinando y, seguramente, lo seguirá haciendo [...].

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